La hora del recreo es el momento de expansión que tienen niñas y niños para relacionarse libremente entre sus iguales. Es un espacio compartido, pero no en igual proporción; mientras los niños disponen del 80% del espacio físico para desarrollar su afición favorita, que es el fútbol, las niñas y niños que no juegan al fútbol se han acostumbrado a andar por los escasos huecos libres que les quedan, y si se atreven a correr por medio de la pista en sus juegos de carreras, se arriesgan, eso sí, a recibir un balonazo o a ser increpadas , diciéndoles «que se quiten de ahí, que estorban», por lo que en realidad no pueden jugar libremente donde quieran sino donde les dejan.

De esta forma, desde muy pequeños, los niños aprenden y asumen que el espacio público les pertenece por «derecho propio» e incuestionable; mientras las niñas aprenden que solo pueden ocupar el espacio que les dejan, que será mínimo; y se acostumbrarán a pensar que ellas no quieren más que hablar por los rincones, cuando lo cierto es que se han habituado a ello porque las echan de allí como si no les perteneciera.

Conozco los centros educativos de Andalucía y sé que esta es una práctica habitual que pocas personas cuestionan. No obstante, existen algunos centros que, siendo conscientes de esta desigualdad, han implementado medidas para que los patios de recreo no sean meros campos de fútbol como ocurre en gran parte de los colegios, sino un espacio de convivencia igualitaria. Creo que las autoridades educativas, desde los Planes de Igualdad, deben garantizar «de facto» un uso igualitario del espacio público y no dejarlo al arbitrio de cada centro.

Enseñar a los niños que han de compartir el espacio público de forma igualitaria y a las niñas que tienen el mismo derecho a utilizarlo en la misma proporción, es en mi opinión una forma de contribuir a que pongamos las bases para que la violencia de género disminuya en un futuro, pues estaremos enseñándoles que en la práctica y no solo en las leyes, todas las personas tenemos el mismo derecho de disponer en igualdad de condiciones del espacio público y de reclamarlo con plena dignidad.