Hace veinte años, con financiación ministerial y europea, pusimos en marcha desde el Grupo de Investigación que dirijo un primer proyecto sobre el mundo funerario romano-cordubense, hasta ese momento prácticamente inédito, que acabaría convirtiéndose en referencia internacional tanto por su metodología como por los resultados obtenidos. Sus primeros avances los presentamos en 2001 en el marco de un Congreso monográfico con participación de lo más granado de la comunidad científica europea, cuyas actas, agotadas enseguida, continúan a día de hoy siendo cita obligada para todo investigador que se inicie en el tema. Como complemento del mismo inauguramos una pequeña exposición sobre los usos y ritos funerarios de época romana en los túmulos de Puerta de Gallegos, por entonces recién restaurados, y publicamos una monografía de carácter divulgativo, en un ejercicio pionero de arqueología integral, comprometida con el entorno y capaz de trasladar a la ciudadanía, en diferentes niveles y formatos, los avances en el conocimiento. Desde entonces, muestra y monumentos habían permanecido cerrados al público hasta este mismo año, cuando con apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología, el Ayuntamiento de Córdoba a través de su Área y su Dirección General de Turismo, la UCO y los Amigos de la Arqueología Cordobesa, fieles sostenedores de nuestro proyecto de difusión Arqueología somos todos, hemos actualizado aquella primera propuesta reforzando con nuevos datos su carácter didáctico. Permanecerá abierta los fines de semana hasta el mes de junio con visitas guiadas por estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras. No se la pierdan.

Entre otros aspectos relacionados con la concepción del mundo funerario en Roma y las particularidades del mismo en Córdoba, presentamos en ella por primera vez al público los resultados obtenidos en una intervención arqueológica de urgencia desarrollada en 2016 bajo la dirección de Manuel Rubio Valverde en Llanos del Pretorio, uno de los sectores cementeriales más tempranamente ocupados en la ciudad, más complejos y de mayor densidad, en relación quizás con el papel que la explotación de la plata desempeñó en las primeras fases de la presencia romana en Corduba. De hecho, el eje viario más importante de la zona fue el Camino del Pretorio, que comunicaba la ciudad con el distrito minero del Norte; y tenemos constancia arqueológica sobre la presencia allí de oficinas e incluso tumbas de gentes relacionadas con la minería y la metalurgia. Posiblemente en algún momento del siglo II d.C., la enorme crecida de uno de los muchos arroyos que cruzan el entorno de Córdoba para ir a desaguar al río sepultó el área funeraria, y dicha circunstancia favoreció la conservación de uno de los sepulcreta locales de época romana más rico en información de los conocidos hasta la fecha, tanto por su particular topografía (15 recintos, que abren a dos calles secundarias dispuestas en sentido Este-Oeste, perpendiculares por tanto a la vía principal), como por el estado de conservación de edificios, cipos señalizadores, tumbas, ajuares y quemaderos. El rigor desplegado en el registro y la documentación planimétrica del sector funerario y cada uno de los enterramientos, así como en la excavación individualizada y en laboratorio de las ollae ossuariae recuperadas, hizo posible la incorporación a su estudio de un equipo multidisciplinar procedente de varias universidades españolas, en el que además de arqueólogos y antropólogos han intervenido epigrafistas, numismáticos, ceramistas, especialistas en vidrio, geólogos, arqueofaunólogos..., y esto explica lo impactante de las conclusiones alcanzadas.

Como en tantas otras cosas, Córdoba no ha tenido suerte en lo que a sus espacios funerarios se refiere, fundamentalmente por las deficiencias en su documentación y las pérdidas acumuladas. Tal circunstancia afecta de lleno a sus necrópolis romanas, de las que solo se han conservado algunas tumbas monumentales no siempre accesibles ni visitables. Aun así no es mal balance si las comparamos con los grandes cementerios de época islámica (maqabir). De ahí la oportunidad de este tipo de iniciativas, que, asumiendo lo irreparable, tratan, desde la investigación rigurosa, de poner en valor la información acumulada y hacerlo de manera que revierta en el tejido patrimonial de la ciudad, tan huérfana de nuevos discursos que descentralicen el turismo y potencien la urbe histórica en su plena dimensión. Se explica así la necesidad de centros de interpretación arqueológica distribuidos estratégica y planificadamente conforme a criterios histórico-arqueológicos, de los que La Axerquía en el tiempo y ahora los monumentos de Puerta de Gallegos podrían ser sólo el germen. Ojala nuestras autoridades tomen nota y se convenzan de una vez de que otra Córdoba es posible.

* Catedrático de Arqueología UCO