Siempre me quedaba la esperanza en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), también denominado Tribunal de Estrasburgo y Corte Europea de Derechos Humanos, frente a las arbitrariedades e injusticias cometidas por los gobiernos europeos. Depositaba mi confianza firmemente en esta autoridad judicial cuya obligación es velar por los derechos humanos en Europa, que se fundamenta en la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948.

Hace unos días, los medios de comunicación nos informaban del fallo del TEDH considerando, en sentido contrario a una primera sentencia dictada por este tribunal, que las devoluciones en caliente no violan la prohibición de realizar expulsiones colectivas por parte de la Convención Europea de Derechos Humanos. Este giro de 180 grados desgraciadamente tendrá terribles consecuencias para los migrantes empobrecidos que se ven empujados a abandonar sus países a causa de la miseria, guerras y falta de oportunidades.

Resulta cuanto menos irónico considerar que los migrantes se posicionan en una situación ilegal al saltar la valla deliberadamente cuando, según este tribunal, disponen de varias vías para solicitar legalmente su entrada en territorio español, haciéndolos responsables de su propia conducta. El tribunal debería saber y constatar que la única vía real que les queda a estas personas es saltar para escapar del hambre, de la guerra y del maltrato de las fuerzas de seguridad marroquíes.

Mientras tanto, Europa en su castillo de bienestar, bien protegido y defendido, sigue explotando las materias primas de los países africanos, sigue permitiendo las dictaduras y las violaciones continuas de los derechos humanos, sigue sosteniendo a los dirigentes de estos países para que les sigan el juego a sus intereses comerciales o de frontera, sigue tapándose los ojos ante la muerte de miles de niños a causa de enfermedades o hambre, sigue estando detrás de los conflictos ocasionados por motivos estratégicos o económicos... La misma Europa que ahora responsabiliza a estas persona migrantes de su empobrecimiento, sus guerras y conflictos, su hambre y muertes. ¿Es esta la Europa de los derechos humanos? ¿Es esta la Europa de la igualdad, fraternidad y libertad? ¿Esto es lo que nos ha quedado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos?

Las expectativas que había depositado en este Gobierno de coalición en materia migratoria también se me derrumban. Estará muy contento el ministro Marlaska ante el respaldo recibido por la justicia europea a la hora de ejecutar las expulsiones inmediatas. ¿Qué importa lo demás? ¿Qué importa las palizas que es esperan por la policía marroquí? ¿Qué importan que los devuelvan a las fronteras del sur de Marruecos expuestos al hambre y a la muerte? ¿Qué importa un puñado de negros entrometidos que asaltan nuestro glorioso territorio nacional? Cuando Pedro Sánchez llegó a la Moncloa decidió seguir adelante con el recurso impuesto por Mariano Rajoy al fallo que condenó a España en 2017 por la expulsión en caliente de migrantes, expulsiones reguladas por la nueva Ley Mordaza de 2015 y que fueron consideradas inconstitucionales por la oposición (PSOE y Unidas Podemos). ¿Y ahora qué? ¿Esta es la política migratoria del nuevo cambio? ¿Esta es la política migratoria del «Sí se puede»?

Que no nos nublen ni entorpezcan los mensajes xenófobos y racistas a la hora de ver con mucha claridad que a estas personas migrantes empobrecidas y desesperadas por la terrible realidad sociopolítica de sus respectivos países se les condena por no haber nacido libres e iguales en dignidad y derechos (art. 1), por ser sometidas a torturas o tratos crueles (art. 5), por negárseles el derecho a circular libremente y elegir residencia dentro de un Estado (art. 14), por negársele el derecho a buscar asilo y disfrutar de él en cualquier país (art. 15). Por carecer de derechos económicos, sociales y culturales para poder desarrollar como personas (art. 23 y 26).

* Profesor y escritor