Hoy es un día especial para Córdoba y entrañable para el barrio de la Fuensanta, calificado por el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, como «el barrio de la fraternidad». Hoy se celebra la Natividad de María, la fiesta de su nacimiento, su cumpleaños podríamos decir. El himno de Laudes la canta hermosamente: «Hoy nace una clara estrella, / tan divina y celestial, / que, con ser estrella, es tal, / que el mismo Sol nace de ella. / No le iguala lumbre alguna / de cuantas bordan el cielo, / porque es el humilde suelo / de sus pies la blanca luna». La Virgen de la Fuensanta fue coronada canónicamente el 2 de octubre de 1994, cumpliéndose ahora su 25 aniversario. Ella da nombre a esta pequeña y entrañable imagen, a su santuario y al barrio donde se ubica. La historia arranca mediado el siglo XV, con la aparición de la Virgen a Gonzalo García, vecino del barrio de San Lorenzo y la curación milagrosa de su esposa e hija, al beber del agua que en una huerta brotaba al pie de una higuera. Dentro de ella aparecería luego la imagen. En ese mismo siglo se alzaron el santuario y el pocito para proteger la fuente. El santuario vio llegar en los siglos siguientes obras de arte y exvotos, traídos incluso de ultramar, como el Cristo de caña mejicano o el famoso caimán disecado, testimonios de su pervivencia histórica. En torno al santuario, probablemente a mediados del siglo XVIII, surgió una feria de ganado que se fue transformando en festejo popular, conocida por los cordobeses como la Velá de la Fuensanta. Una fiesta emblemática de su barrio, pero que convoca a cordobeses de todas partes para visitar a la Virgen, saludar al caimán y dar una vuelta por puestecillos, atracciones de feria, espectáculos musicales y reclamos gastronómicos. En el interior del santuario se venera la imagen de la Virgen de la Fuensanta, con el Niño Jesús, de solo 51 centímetros de altura, colocada en su camarín en el altar mayor. Este año, con motivo del 25 aniversario de su coronación, la imagen ha recorrido en procesión diversas parroquias e iglesias, hasta su llegada a la Catedral, donde ayer se celebró una solemne Eucaristía, y posteriormente, la vuelta en procesión a su santuario. En la noche del pasado jueves, Paco Morales pronunció el pregón de la fiesta, desgranando sus recuerdos y vivencias. Hoy, el obispo Demetrio Fernández, presidirá la misa solemne, con el cabildo catedral, en una jornada azul de honda piedad mariana. Las últimas lineas de la exhortación apostólica del Papa, Alegraos y regocijaos, están dedicadas a María: «Ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús; Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos». El obispo de Córdoba, por su parte, en la carta pastoral de esta semana ensalza a María, «como protectora de todas las gracias. Es decir, todo lo que Dios nos quiere conceder lo hace con la colaboración de la Madre, nos demos cuenta de ello o no. Por eso, llegada su fiesta, acudimos a Ella para pedirla atrevidamente aquello que necesitemos». ¡Qué mensajes más hermosos! «María, cuando naciste brilló más el cielo».

* Sacerdote y periodista