Hace tiempo que se instaló en nuestra existencia la afición por la gastronomía, que es placer pero también negocio, fuente de delicias que une la costumbre con la innovación y el atractivo turístico. Y surgieron por todos lados chefs y, de su mano, numerosos eventos que elevaron a arte y promoción patrimonial lo que hasta entonces había sido simple goce de los sentidos. Pero vino el coronavirus y lo frenó todo. Malos tiempos para la hostelería, como para tantas otras parcelas de la vida, que han reducido el buen yantar, o el simple comer por necesidad, al ámbito doméstico. Ahora, en pleno subidón de la tercera ola de la pandemia, cuando toca pensar en el día después, el sector de los fogones se vuelve a poner las pilas, por lo menos en Córdoba, donde en los últimos días no paran de sucederse encuentros institucionales para ir caldeando las cocinas. Se ha presentado en sociedad el denominado Consorcio de la Gastronomía Cordobesa, constituido a finales del pasado año por Hostecor y los consejos reguladores de las denominaciones de origen de los aceites de Baena, Priego y Lucena, las del vino y el vinagre Montilla-Moriles y del jamón de Los Pedroches; sus responsables pretenden abrir hacia el otoño, a ser posible en el histórico edificio municipal de la calle Rey Heredia, un centro de interpretación que acerque los mejores productos de la provincia al turismo cuando por fin pueda volver. Pero antes de eso, y también impulsada por Hostecor, se celebrará en febrero una cita culinaria virtual, Kitchen On Live Córdoba la han llamado, en la que cocineros y gurús de la comunicación digital --nuevo gremio que es como el perejil de todas las salsas-- guisarán desde sus casas para deleite propio y de mirones.

Y unida a estos eventos por llegar hay una realidad tangible y legible, con placer literario asegurado, que ya está en las librerías. Se trata de una sustanciosa recopilación de relatos firmados alternativamente por los hermanos Javier y María del Amor Martín --autores también de dos novelas-- que se presentan envueltos en el impecable acabado editorial de Almuzara. Son breves cuentos para amantes de las letras y los pucheros en los que la condición humana se cocina ‘A fuego lento’, como se anuncia desde el título.

Cada una de estas pequeñas joyas «para lectores voraces», que pueden leerse por orden de aparición o clasificadas como un menú (entrantes, platos principales y postres), lleva trabada en la narración --sin entorpecerla, pues forma parte del hilo--, una receta sencilla cuyos ingredientes la preceden, así como el vino andaluz que debería acompañar su degustación. De modo que vas adquiriendo secretos coquinarios a la vez que te sumerges en historias muy bien escritas; exquisitas piezas literarias --como muchas de María Amor, experta en Creatividad y Didáctica de la Lengua y vicedirectora adjunta del Centro de Magisterio Sagrado Corazón-- a menudo llenas de ingenio y gracia. Esto último lo aporta sobre todo Javier Martín; y es que bajo el aspecto circunspecto del abogado y catedrático de Derecho Financiero y Tributario, presidente de la D.O. Montilla-Moriles y vicepresidente del citado consorcio gastronómico cordobés entre otros cargos, se oculta un cocinilla de espíritu burlón que no deja títere con cabeza. Guisos de palabras condimentados con amor y humor, la mejor receta de la felicidad en espera de mejores tiempos.