El incendio que alarmó a Córdoba la noche del sábado y madrugada del domingo se ha quedado en un susto. Ardieron alrededor de unas 20 hectáreas de pasto y monte bajo en una zona muy cercana a la ciudad, y las necesarias medidas de prevención obligaron al desalojo del Club Mirabueno, más conocido por su antigua denominación de Club Asland, para atajar cualquier riesgo. Es necesario actuar así, por muy remoto que parezca el peligro, pues desgraciadamente está demostrado que el fuego puede volverse incontrolable por todo tipo de factores, como sucede con el viento. Los primeros trabajos fueron duros, dado que el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Córdoba no pudo recurrir a los efectivos del Infoca, que actuaban en otro siniestro en Pedro Abad. Posteriormente, los bomberos cordobeses recibieron asistencia del Infoca y pudo extinguirse el fuego. Y no se puede olvidar que el termino de municipal de Córdoba es uno de los que registran más siniestros forestales en Andalucía todos los años. Todo quedó en un susto, sí, y es cierto que ha habido otros siniestros, pero las características de éste generan una alarma que lleva a reflexionar sobre los riesgos de permitir que los recortes en el gasto público afecten a servicios esenciales. Este año se han repetido las protestas de los bomberos cordobeses por falta de efectivos, y el Ayuntamiento determinó el junio reforzar la plantilla con cuatro profesionales en comisión de servicios y poner en marcha la convocatoria de 21 plazas para el próximo año. También los trabajadores del Infoca protestan reclamando medios a la Junta de Andalucía. Dejando al margen las cuestiones laborales, respetables pero pertenecientes a otro orden de preocupaciones, lo importante es que las administraciones arbitren medios que garanticen la seguridad de los ciudadanos y la preservación de la naturaleza. Las estadísticas señalan que muy pocos incendios se deben a causas naturales.

Según un informe de WWF España, en nuestro país apenas del 4% de los siniestros son espontáneos, y el 96% los provoca el ser humano, bien por descuidos, negligencias e incumplimientos de la ley (la normativa en Andalucía prohíbe hacer fuego en el campo hasta el 15 de octubre) o bien por actuaciones intencionadas, que la ONG cifra en el 55% del total.

Las cifras dan mucho que pensar e invitan a todos los ciudadanos a mantener la alerta, tanto en el cuidado de las propias acciones como en la vigilancia y denuncia en nuestro entorno. Incendios como los de Grecia, o los dramáticos fuegos del año pasado en Portugal y en Galicia, hacen ver que nadie está a salvo, y que es necesario extremar las medidas de prevención y contar con servicios capaces de dar respuesta razonable a las situaciones que surjan. El calor empieza a apretar y el riesgo crece. Ya hemos recibido el primer aviso. Es necesario mantener la alerta.