Podría haber titulado la de hoy fraude catalanista, pero para centrar el asunto se puede ser todo lo catalanista que se quiera sin ser independentista. Lo de fraude viene por otros lares. Y es que según una encuesta de NC Report para La Razón, si se repiten las elecciones catalanas los independentistas perderían la mayoría absoluta.

La lectura es bien sencilla: los ciudadanos no solo están hartos de la deriva independentista, sino que sufren sus devastadoras consecuencias sociales y económicas. Los que han votado independentismo en estos últimos comicios o segregacionismo se supone que lo han hecho porque han creído que a quiénes votaban iban a ser capaces de proveerlos de esa quimera para muchos de nosotros de la República Independiente de Cataluña. La realidad se ha impuesto de una manera tan contundente que el hacha que iba a cortar del mapa de España a Cataluña se ha clavado en la economía, las familias, la sociedad y la vida de los catalanes. ¿Quién manejaba la segur? Pues la caterva política secesionista. No han calculado el hachazo, no han sido capaces de hacer lo que prometían; aunque no solo eso, sino que han defraudado a todos aquellos que con su voto han pretendido segregarse del territorio español. Esto no es ni más ni menos que un fraude monumental. Es una prueba contundente de no sólo la mediocridad de los políticos independentistas, que ha quedado supinamente demostrada, sino de la falta de valores morales y éticos, Nadie con la más mínima conciencia y compromiso político arriesga tanto sin calcular un mínimo de éxito que pueda proveer la ilusión y la confianza que los votantes han confiado, en este caso, a los independentistas.

Cataluña se desangra, que es lo mismo que decir España. El daño ya está hecho, pero la democracia, entre otras cosas, se refrenda así misma porque tiene mecanismos para que no se repitan esos hachazos a la libertad. Por supuesto, uno es la ley que ya actúa; el otro es el voto. Ambos han de actuar ahora.

* Mediador y coach