El atentado del jueves por la noche en los Campos Elíseos de París, que causó la muerte de un policía y heridas a otros dos, aumenta aún más la incertidumbre ante la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de hoy. El ataque, reivindicado con sorprendente rapidez por el Estado Islámico, ha influido en el final de la campaña electoral, lo que sin duda buscaba su autor. La realidad es que el Estado Islámico es una organización terrorista que ataca cuando puede y donde puede, pero eso no significa que esté librando una guerra contra Francia y mucho menos lo contrario. Es lógico que el terrorismo sea una preocupación prioritaria en un país que ha sufrido más de 200 víctimas mortales en dos años, pero centrar el final de la campaña en la seguridad solo puede reforzar las posibilidades de Le Pen.

A la recta final han llegado cuatro candidatos casi con las mismas opciones de clasificarse para la ronda decisiva del 7 de mayo. Además de Le Pen, Emmanuel Macron, el candidato centrista que pretende superar el debate derecha-izquierda, pero que representa en cierta forma la continuidad del hollandismo, es el gran favorito. Pero en las últimas jornadas ha revivido Fillon, apoyado en su tenacidad y en la fuerza histórica de la derecha conservadora, y Jean-Luc Mélenchon se ha erigido en el depositario de la alternativa de izquierdas. Los sondeos son tan apretados que nadie puede asegurar qué dos candidatos pasarán a la segunda vuelta, una incertidumbre que acrecienta el atentado de los Campos Elíseos.