Fractura social. Estas dos palabras resumen el legado que ha dejado tras de sí la crisis del covid en Córdoba. En una provincia líder en desempleo y contratación temporal, los efectos sociales del virus han sido catastróficos. Acostumbrados a convivir con la pobreza más o menos evidente de una parte de la población, que malvivía antes de la pandemia gracias a pequeñas ayudas, a la economía sumergida, víctimas todos de la precariedad laboral, la crisis sanitaria ha dejado al descubierto la fragilidad del sistema de protección social. Se vio en el confinamiento, cuando miles de personas tuvieron que acudir desesperadas a las entidades sociales en busca de lo básico. Y se ha visto después, cuando la paralización sine die de miles de negocios ha condenado a la miseria sobrevenida a familias que, por primera vez, han tenido que recurrir a las ayudas sociales. En junio, la demanda de atención social dirigida al Ayuntamiento se había sextuplicado respecto a un año normal. Tal era la presión que, en plena pandemia, la directora de Servicios Sociales acabó dimitiendo. Ante esta avalancha, la respuesta de las administraciones fue torpe e insuficiente, por más que haya que valorar determinadas actuaciones como la atención que se ofreció en el Colegio Mayor Séneca a las personas sin hogar durante el primer estado de alarma. Desde el principio, una vez más, han sido las oenegés, respaldadas por una legión de voluntarios, quienes han tirado del carro mientras las instituciones se blindaron tras una muralla telemática. Y así, todas las ayudas han resultado estériles. En diez meses de pandemia, ni el ingreso mínimo vital ideado por el Gobierno central, ni las tarjetas monedero de la Junta de Andalucía, ni las ayudas de emergencia municipales han dado una respuesta ágil y eficaz a la ciudadanía, ya que han venido envueltas en una maraña burocrática difícil de sortear. La urgencia por atender lo más básico ha desplazado, además, otras metas sociales que empezaban a estar en el foco, como la igualdad de género o la integración social de determinados colectivos. El reto es lograr que lo urgente no deje atrás lo importante.

*Periodista