El que tenga a sus hijos desempeñando un empleo cualificado en Córdoba que levante la mano. ¿Cuántas manos? A lo mejor es una percepción errónea y estamos en la tierra de las oportunidades. Seguramente todos esos jóvenes que viven en Sevilla, Madrid, Málaga, Bilbao, Munich, Bruselas, Berlín, Londres, Palma de Mallorca y hasta Toronto, Panamá y Nueva York se han marchado por gusto a conocer mundo. Según estadísticas del INE publicadas por este periódico, el número de ellos que reside en el extranjero ha crecido un 55% desde el año 2009, pasando de 4.678 que había entonces a los 7.273 que viven en otros países a fecha de 1 de enero del 2018. Esos, los que se han censado en los países de destino. Y habría que sumar los que están en otras provincias españolas. Otros cuantos miles. Cordobeses por España, cordobeses por el mundo.

Son los chicos y chicas que toman el autobús y el AVE una vez al mes, que hablan por wasap con sus familias, que se conectan al Skype para felicitar a la abuela por su santo. Que, a la edad en la que sus padres ya estaban pagando una hipoteca, siguen en pisos compartidos, como eternos estudiantes que a veces reciben la ayudita y se vuelven con las fiambreras llenas. Decimos que son unos consentidos, pues como apenas pueden ahorrar, se lo gastan en viajes y fiestas, pero son conscientes de que los años pasan y no pueden planificar su futuro. Algunos están en la hostelería, en residencias de mayores, en el comercio. Otros trabajan para las famosas consultoras que los desloman pero les dan currículo, en empresas de internet, en multinacionales. No hay estadística que aclare a qué se dedica esta juventud que lleva el nombre de Córdoba por todas partes y tampoco hay una encuesta para saber si quieren volver a su tierra.

De lo que sí hay estadística es del paro. El dato de julio dice que en España ha bajado, igual que en Andalucía, animado por los contratos de verano, pero en Córdoba ha repuntado un poco en julio como suele ocurrir en estas fechas, y la suma oficial es de 71.615 desempleados. Sube en el grupo ‘sin empleo anterior’, sube en el sector servicios, sube en la agricultura, sube en la construcción y baja en la industria, pero no hay que entusiasmarse, son once parados menos, a los que se podría felicitar personalmente, de uno en uno. Luego vendrá agosto, y en otoño, cuando se contrate a unos cuantos maestros y empiecen las labores del campo, volverán a mejorar los datos. Esto es lo que hay, esto es lo que tenemos, una foto fija que dura varias décadas, a veces más alegre con sus peligrosas burbujas inmobiliarias, a veces deprimente como en los años extremos de la crisis económica, o engañosa, como la que se está viviendo ahora.