Aunque ya se fue hace tiempo, sigo hablando con Bigas Luna de vez en cuando, nos zampamos una paella y bebemos en porrón. Una vez me regaló un libro con una nota dibujada: «Este libro me ha cambiado la vida». Teniendo en cuenta la envidia que le profesaba como icono de bon vivant, corrí a devorarlo. Como todo buen libro, encajó como la dovela precisa en la construcción de mi vida justo en aquel momento. El libro se titulaba La importancia de vivir, de Lin Yutang, escrito en 1937, mucho antes de la avalancha de libros de autoayuda. Y de hecho no tiene nada que ver, pues solo narra sus vivencias personales. Al principio del libro se atreve a esbozar una fórmula según la cual progresa el ser humano. Las ecuaciones son las siguientes: Realidad - Sueños = Un ser animal. Realidad + Sueños = Idealismo. Realidad + Humor = Realismo (o conservadurismo). Sueños - Humor = Fanatismo. Sueños + Humor = Fantasía. Realidad + Sueños + Humor = Sabiduría. Es decir que, para vivir feliz, hay que atenuar nuestros sueños o ideales, con buen sentido del humor realista.

Acto seguido añade la sensibilidad como ese componente individual que nos salva en el deambular por esta vida. Y propone una apología del bribón o truhan -mucho antes del himno de Julio Iglesias-, como su personaje ideal. Un vagabundo que se salga de la masa obediente, demasiado sabio para tomarse en serio los triunfos del mundo, «enemigo de las dictaduras, campeón de la dignidad humana y de la libertad individual, el último en ser conquistado. Toda la civilización moderna depende enteramente de él». Yutang encuentra el mundo demasiado serio, por lo que propone para soportarlo armarse con una filosofía sagaz y alegre. Su propuesta es un cobijo con formalidades abolidas, donde solo podrán venir los amigos «y charlaremos y reiremos y nos olvidaremos hasta nuestra existencia. No discutiremos lo bueno o lo malo de otras personas y seremos del todo indiferentes a la gloria y la riqueza mundanas... tendremos buen vino para que cuadre en la atmósfera de deliciosa reclusión. Este es mi concepto del placer de la amistad». Me apunto.

* Arquitecto