Te encuentras con la decadencia de golpe, sin avisar, como quien es asaltado a la vuelta de la esquina y te quedas sin palabras y sin la cartera. El final del verano es propicio para recorrer viejos parajes que ya no frecuentabas, caminar por los senderos de la niñez, por los inciertos trayectos de la juventud, allí donde el pueblo, todavía entonces, rebosaba de vida, de alegría, de noches de verano, de conversaciones de madrugada... Comienzas el paseo en busca del sudor, del cansancio, del omnipresente anhelo de la pérdida de calorías, de la lucha contra el colesterol que te has echado encima, y te internas por caminos de polvo, atraviesas las vías muertas del ferrocarril y ya empiezas a llorar por dentro por recuerdos de un barrio entonces vivo, de la fonda para gente de paso, de las lecherías a tanto el litro en cántaras de zinc. Se mantiene en pie la iglesia, aunque ya no hay niños para las microescuelas reconvertidas en un lugar social. Ruinas a lo largo de la calle, agujeros, paredes caídas, hay un parque que hace su papel, es verdad, y hay una bellísima tranquilidad que te hace soñar con el ocaso de la vida, que ya empiezas a barruntar con tranquilidad y sin agobios. Continúas por los caminos que de niño recorrías a la carrera, te saluda el mismo regalo del aroma de los hinojos como antes, las rocas de escoria industrial, la hermosura de un paisaje que lo es porque el recuerdo hermosea mucho, para qué lo vamos a negar, y la nostalgia es el contrapunto de quien no quiere ver la realidad. Y luego llegas a donde la vida fue vida mientras duró el poco futuro que nos quedaba, antes de que el pueblo cayera de una vez en picado y sin solución, donde lo que hoy es inmundicia antaño fue templo de músicas, de barras de verano al aire libre donde dar rienda suelta a los instintos y a la libertad cuando el final del verano no era aún esta decadencia de paseos por los resquicios de la memoria. Y entonces lloras por dentro como Boabdil, por lo perdido, y caes en la cuenta de que al fin la vida es sólo eso. Perder..

* Profesor