El guirigay que se forma cada año a la hora de decidir dónde se va a disputar la Copa del Rey es un ejemplo más de que en determinados aspectos vivimos en el país de la improvisación. Eso solo sucede en España. En otras naciones, o bien el encuentro tiene sede fija en un estadio que es un icono en los templos deportivos del país, Wembley por ejemplo, o queda claro desde que se sortea la primera ronda cuál va a ser el escenario en el que se van a disputar el trofeo los dos equipos que alcancen la final. Así, además, las aficiones pueden ir marcando fechas en sus calendarios y reservando destinos. Aquí no solo está por decidir aún sino que además hay un eterno candidato, el Bernabéu, siempre en obras cuando la juega el Barça.