Córdoba, inmersa como toda la sociedad española en la desesperanza provocada por la pandemia del covid-19 y por un futuro económico que se presenta con tintes negros, acaba de encontrar un ancla a la que asirse, una oportunidad única que no se había dado en décadas. En apenas unas semanas, la capital se ha lanzado a competir por un proyecto al que aspiraban también una decena de ciudades españolas, ha concitado todos los apoyos políticos, institucionales y socioeconómicos y ha presentado al Ministerio de Defensa una propuesta convincente que se ha llevado el gato al agua: Córdoba será la sede en la que el Ejército de Tierra aglutinará doce de sus centros logísticos dispersos por toda España, un proyecto a medio plazo que ya empezará a funcionar en el 2025, que requerirá inversiones cifradas en 350 millones de euros y que generará 1.600 empleos directos.

La euforia desatada por esta noticia está justificada, como lo está la decepción de otros enclaves aspirantes, pues otorga a Córdoba la posición estratégica a la que viene aspirando sin éxito desde los años 80 del siglo pasado y reconoce por fin las potencialidades de nuestra ciudad como eje de comunicaciones y transporte con el suelo industrial necesario, como centro universitario e investigador de primer orden, como sede de industrias de base tecnológica y como urbe media con una calidad de vida y servicios destacables.

Córdoba se encuentra, en este infausto febrero de pandemia, con la posibilidad cierta de desarrollar un proyecto de ciudad que encaja como anillo en el dedo de sus aspiraciones de convertirse en un centro logístico de primer orden en Andalucía, y que viene garantizado por un inversor de la máxima solidez posible.

Proyecto de Estado. No estamos ante una promesa electoral, ni ante un vago compromiso político, sino ante un proyecto madurado por el Ejército de Tierra durante diez años con el que va a concentrar sus actividades dispersas para adaptarse a los más altos estándares tecnológicos (robótica, inteligencia artificial, realidad virtual y aumentada...), reunir todas sus tareas de mantenimiento en una única ubicación, optimizar la logística militar y mejorar parámetros de eficiencia energética, costes y organización aplicando criterios sostenibles y medioambientales. Es el Plan Colce (Concentración de los Órganos Logísticos del Ejército), que el propio Ministerio de Defensa define como «proyecto de Estado» y que traerá a Córdoba los aspectos de abastecimiento y mantenimiento y llevará a Colmenar Viejo la división aeronáutica.

Propuesta consensuada. Aunque resta mucho por conocer, caben algunas reflexiones sobre lo ocurrido hasta el momento y sobre lo que se espera en el futuro. En primer lugar, es preciso valorar la eficiencia y rapidez (Córdoba ha sido de las últimas ciudades en incorporarse a la pugna por esta importante infraestructura) con la que el equipo de gobierno municipal, encabezado por el alcalde, José María Bellido, ha sido capaz de pergeñar la oferta de la capital y, con el apoyo de la Universidad de Córdoba y su rector, José Carlos Gómez Villamandos, presentar un dossier que ha convencido al Ministerio de Defensa. En este apartado es necesario reseñar el apoyo unánime de todos los grupos políticos de la Corporación Municipal, tan necesario para ofrecer solidez a la propuesta, así como el de la Diputación de Córdoba -que ha tutelado, además, la oferta de suelo complementario de La Carlota- y la Junta de Andalucía. A ellos se han sumado con entusiasmo la Confederación de Empresarios de Córdoba (CECO), los sindicatos UGT y CCOO y el movimiento ciudadano. Córdoba debe procurar mantenerse así en el futuro, y no permitir que intereses contrapuestos, políticos, económicos o de cualquier otra índole, intoxiquen o ralenticen un proceso que será complejo y requerirá del apoyo y la buena disposición de todos.

Es importante resaltar también, en un momento en el que la política está presidida por enfrentamientos radicales, cómo un Gobierno central del PSOE y Unidas Podemos no se ha dejado llevar por actitudes partidistas a la hora de favorecer a una capital gobernada por el PP y Ciudadanos. Lo importante, aunque las interpretaciones políticas sean inevitables, son los méritos de la candidata, en este caso Córdoba, y la necesidad de futuro para sus ciudadanos.

Los «flecos» en infraestructuras. En segundo lugar, es preciso reflexionar -y actuar- sobre algunos «flecos» de las infraestructuras cordobesas que deben ser solucionados para que el Plan Colce pueda desarrollarse en buenas condiciones. Por ejemplo, el necesario convenio con la Junta de Andalucía para la segunda fase de la variante Oeste, pues, si el futuro centro logístico se instala en el Camino Viejo de Almodóvar, cerca de El Higuerón, habrá que enlazar las carreteras de Palma y del Aeropuerto para facilitar las comunicaciones. Cabe pensar que el Plan Colce será un impulso también para viejas aspiraciones como la conversión de la N-432 (Badajoz-Granada) en autovía, o la activación del infrautilizado Aeropuerto.

Modelo de desarrollo. El proyecto del Ejército de Tierra para Córdoba es, como hemos señalado, una oportunidad única para el desarrollo de la ciudad, pues abarca desde sus inherentes aspectos logísticos y de inversión hasta las posibilidades de incentivar la investigación y el desarrollo de industrias auxiliares, servicios y vivienda. Con él, Córdoba podría avanzar en un modelo económico diferente, industrial, tecnológico, necesitado de altas capacitaciones, que complete el modelo turístico y cultural, irrenunciable pero que no debe ser un «monocultivo», como desgraciadamente está demostrando la pandemia. Ahora, a no dejar escapar esta inyección de moral, esta ilusión y esta realidad tangible que requiere del esfuerzo de todos.

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