Pasaron otras navidades. En la bandeja quedan aún polvorones, pero ya nadie los quiere. Aún están los adornos en las paredes, las cortinas y las puertas. ¡Quién pudiera detener el tiempo en un momento feliz, y hacerlo eterno! ¡Se ha quedado todo tan sin nada! En la ventana, una sola nube negra. ¡Cómo se apaga el cielo de la tarde! La casa se ha llenado de penumbras. ¿Qué secreta tristeza la ha vuelto vacía y silenciosa? Los recuerdos de risas y conversaciones se pierden por los cuartos abandonados. ¡Tantas ilusiones un mes antes! La lotería, el árbol, las visitas, las compras, el amor... Ahora, raptados por el gigante de un cuento roto, parece que no existieron nunca. Los sueños se han convertido, ¡una vez más!, en melancolía, porque vivieron en una realidad de mentiras y apariencias. Siempre ocurre lo mismo, y siempre construimos más sueños. Durante unos instantes, volvimos a creer en la inocencia. ¡Pobre ser humano, siempre abrazando aire y reteniendo agua; sonriendo tras las lágrimas para llorar de nuevo; engañándose con la esperanza; buscando amor y recogiendo soledad! La Nochebuena, las campanadas de fin de año, las felicitaciones de año nuevo, la noche de Reyes... Y la inocencia se perdió donde gime el olvido. Se despidió la burrita que iba a Belén cargada de chocolate; y el pastorcito con su rebaño; y los Reyes Magos en sus lugares remotos. Ahora, el silencio, los días sin luz, las largas noches y las fotografías. Ahí nos miran los seres queridos desde su tiempo congelado. Se fueron; todos se fueron. ¡Hasta el año que viene, mula y buey, árbol, molino, arroyo, instantes de inocencia!... Llueve gris sobre las calles solas. ¡Es tan frío el atardecer oscuro! La noche será interminable con su dolor de insomnio. ¡Quién puede soñar que vendrá la primavera y renovará sus rosas! ¡Quién espera ya que brote una nueva juventud, creyéndose dueña de la vida y del amor! Se dirá a sí misma que ningún dolor la atrapará jamás. ¡Lejano jardín de sueños!, ¿en qué tiempo perdido exististe alguna vez? De entre la tierra muerta, regresará la vida; otros ojos sobre los ojos tristes, otras manos sobre las manos viejas... Y así, otra Navidad; y otra voz que cantará alejándose: «La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más».

* Escritor