Córdoba amanece hoy de feria, tras la inauguración, a medianoche, del alumbrado. La feria, ya se sabe, es una invitación colectiva a la alegría, --casetas, música, encuentros, brindis, bailes, grandes y pequeños por doquier, calle del infierno--, porque el pueblo soberano, como tanto se proclamaba en los albores de nuestra democracia, necesita descanso, dominar las preocupaciones, aparcar un poco angustias y problemas, disfrutar de buenos momentos, mirar el futuro con optimismo y dejarse llevar un poco por ese vendaval de fantasías que ofrece la feria. La cordobesa Feria de Mayo, nacida al calor y color celeste de Nuestra Señora de Salud, viene a ser el colofón de una ciudad que ensalza cada vez más sus tradiciones, centradas en los concursos de las cruces y de los patios y en el encanto mágico de una historia que, a veces, quiere trocearse y despedazarse por unos y por otros. Córdoba es única y quizás, por eso, ha de cuidar su unidad, para elegir los mejores caminos de su desarrollo. Este año, la feria coincide con las elecciones que tanto nos afectan en el transcurrir de cada día. Deberemos elegir a nuestros dirigentes municipales. Todo ciudadano tiene obligación, deber moral de votar, de votar en conciencia y libertad, buscando lo que le parece, conforme al juicio que haya hecho con discernimiento y bien fundado, sobre qué es lo más adecuado para el bien común, inseparable de los derechos humanos fundamentales y conforme a principios éticos que debemos tener siempre en cuenta en una sana democracia. Las elecciones europeas también son muy importantes. Vivimos, dicen los mejores analistas, momentos de incertidumbres y encrucijadas, momentos cruciales y, seguramente, decisivos. Vivimos tambien tiempos de desafección y desconfianza, instalados en una nueva época, la de la posmodernidad, que nos ha traído un fuerte relativismo. El hombre actual se siente autorizado para hacer cualquier cosa, con una libertad casi omnímoda, sin preceptos, sin reglas. Ahora, Córdoba vive su feria y vivirá sus urnas. Hora de fiesta y de responsabilidad. Magnifico binomio.

* Sacerdote y periodista