Una tarde consciente de feria del libro, donde te vale 18 euros uno de veinte, es sumergirte en un mundo que tú no has escrito pero del que puedes hacerte su dueño con leerlo. Claro que meterte de pronto en tantos mundos desconocidos por ti pueden acarrearte la desazón propia de lo imposible de dominar y llevarte a una desesperación momentánea. Pero como hemos quedado en que eres el dueño de todos los mundos que hay en los quioscos de la feria del libro vamos a empezar por el principio. ¿Cuándo leíste la primera vez? Supongo que en la escuela de casi párvulos de doña Pilar, donde llevábamos braseros que eran latas de conserva llenas de ascuas. Pero mis primeros recuerdos que ya siempre han permanecido de lector continuo eran las largas noches de tebeos en la cama cuando mis padres se iban al cine y nos dejaban leyendo a mi hermana y a mí. Y casi era un milagro la mezcla de los paisajes árabes de las luchas del Guerrero del Antifaz --con su novia fiel Ana María, pero atraído por Zoraida, la bella mora enamorada del Guerrero, pero favorita de Ali Khan-- con los primeros ronquidos de un sábado noche en Villaralto. Roberto Alcázar y Pedrín, lo mismo que el Capitán Trueno, Goliath, Sigrid y Crispín tendrían que esperar a otro fin de semana para llevarlos al filo de la madrugada, hasta donde los padres nos daban libertad, que era cuando acababan en el cine Alegría La Lola se va a los puertos o Eva al desnudo. Sin embargo, fue el periódico y no los libros lo que me habituó a leer diariamente. El trabajo de mi padre era el de su barbería-peluquería donde había que tener siempre un periódico para mantener la clientela. El Arriba, el Alcázar y Pueblo fueron los más habituales hasta que, por lógica, llegaron El Correo de Andalucía, La voz de Córdoba y Córdoba, el final de una historia de periodismo en «Calle Ayuntamiento, 19, Villaralto (Córdoba)», la dirección donde cada día, aunque con retraso, llegaba el periódico por correo. Acostado en las baldosas de la barbería de mi padre llevé a mi memoria el nombre de Eisenhower, el presidente de los Estados Unidos entre 1953 y 1961, y el de Los Beatles, mi primer coleccionable. Luego la música se abrió hueco y empecé a leer Fans, la revista que me dio a conocer a Serrat. Después seguí con Por favor, Hermano Lobo y El Papus, Sábado Gráfico y Fotogramas, Cambio 16, Interviú y Tiempo para, finalmente, leer sobre todo el periódico, que con sus suplementos casi sustituye a los libros. Una tarde consciente de feria del libro te puede descubrir que eres más de periódicos --donde se cuenta cada día la vida y la literatura ha escrito sus mejores folletines-- que de libros. Pero será la lectura lo que diferencie a quienes viven en uno u en otro mundo. Que se puede comprar con descuento en la feria del libro.