Manuela Carmena, en un artículo de 2006 junto a otras prominentes feministas, defendió que el feminismo se dice de muchas maneras y que las leyes de violencia de género y de divorcio eran reaccionarias y paradójicamente machistas porque se basaban en una simplista y mecánica aplicación de una imaginaria «lucha de sexos», además de una retrógrada concepción del pecado original aplicado únicamente a los hombres. En especial, señalaban, son ominosas las actividades de censura y persecución que se aplican, desde gobiernos conservadores y socialistas, contra las trabajadoras del sexo: «el feminismo puritano de reforma moral de fines del XIX brinda una excusa para mantener las pésimas condiciones en las que las prostitutas ejercen su trabajo». Este feminismo puritano y censor, encarnado hoy en la vicepresidenta socialista Carmen Calvo, perpetró el año pasado el ataque más grave cometido en democracia contra los trabajadores y las mujeres al prohibir la constitución legal de un sindicato de prostitutas.

Tenía razón la exalcaldesa de Madrid, la idea del feminismo es tan plural y diversa como la de democracia. Recordemos cuando eran los comunistas los que trataron de apropiarse del término y denominaban a sus dictaduras al estilo de la «República Democrática de Alemania». En nuestros días, el feminismo de género --que inspira leyes como la Ley de Violencia de Género o, en Andalucía, la Ley de Igualdad-- es el equivalente, en cuanto a cuestiones relativas a la igualdad entre hombres y mujeres, del marxismo que sostenía intelectualmente a las diversas dictaduras comunistas que asolaban el planeta en nombre de la «lucha de clases» (ahora, «de géneros») y bajo los dictados de una supuesta «vanguardia del proletariado» (ahora «de la sororidad»).

Por el contrario, el feminismo liberal recoge el testigo de todos aquellos que han defendido la igualdad de derechos entre hombres y mujeres desde la perspectiva humanista, de complementariedad entre todas las personas independientemente de su condición social, religión, raza o, claro, sexo. El feminismo liberal no solo cree en la igualdad en la naturaleza humana de los hombres y las mujeres, donde la idéntica dignidad se ramifica a través de las diversas identidades individuales y colectivas, sino que pone las condiciones estructurales (democracia constitucional, Estado de Derecho y economía de mercado) para que todos puedan multiplicar, a través de los Derechos Fundamentales, sus capacidades vitales.

Una tradición liberal que se remonta a la Antígona de Sófocles y se desarrolla a través de la religión (Jesús de Nazaret y Santa Teresa de Jesús), la literatura (Cervantes y Shakespeare), la política (Olympe de Gouges y Clara Campoamor) y la filosofía (John Stuart Mill y Martha Nussbaum).En el Círculo Liberal de Andalucía, que se acaba de presentar en Córdoba, tuve ocasión de exponer las vigas maestras de este feminismo liberal: el capitalismo, el cosmopolitismo y la tecnología configuran un liberalismo que defiende que lo más importante no es la maximización del placer, ni promover la virtud cívica y el bien común, sino respetar los derechos individuales, sobre todo la libertad de cada uno de vivir como quiera.

Terminé mi exposición citando a María del Pilar Oñate --que publicó en 1938 en Madrid, como un símbolo de la Tercera España bajo las bombas fascistas y las balas comunistas, su gran El feminismo en la literatura española donde sitúa el inicio del feminismo en nuestras letras en Alfonso X el Sabio--:

«Contemplando ahora en conjunto las conquistas feministas a través de los siglos, vemos el avance que suponen para la condición de la mujer (...) Al contemplar este panorama, las feministas debemos sentir satisfacción serena, que, en lugar de llevarnos a desvanecimientos vanidosos, sólo propios de almas mezquinas, nos impulse a seguir con firmeza y perseverancia por el camino emprendido (...) La lucha entre hombres y mujeres está condenada a la esterilidad y el fracaso, como todo lo que es antinatural. El hombre y la mujer no nacieron para combatirse, sino para laborar juntos y en amistoso amor en la tarea infinita de mejorar la vida de la Humanidad».

* Profesor de Filosofía