Pasados ya los ecos del 8 de Marzo y, como honesto hombre, apoyo y me uno totalmente a las reivindicaciones y derechos de la mujer en aquel día, conmemorativo del brutal asesinato ocurrido en 1957 en una fábrica de camisas de Nueva York. Es digna de alabar la lucha eficaz y continua llevada a cabo por el movimiento feminista, provocando que cada día más, se eliminen los términos «feminismo» y «machismo», que tanto daño causan a nuestra sociedad (al igual que otros términos políticos extremos). Por fortuna, creo que ese clima de igualdad entre ambos sexos va prosperando poco a poco y, por supuesto, si yo tuviera pareja o conviviera con una mujer, soy el primero en compartirlo todo con ella. ¡Que nadie lo dude! Ahora bien: lo mismo que se reconocen los derechos de la mujer, es justo también valorar los del hombre. Y si tocamos el tema sexual, la ventaja de la mujer es tremenda por desgracia, y no digamos sobre todo, de la persona con diversidad funcional, gravemente afectada. El hombre discapacitado físico está todavía marginado sexualmente en el siglo XXI, y me duele mucho decirlo. Lo que ocurre es que no somos un movimiento tan fuerte como el feminismo. A la mayoría de los discapacitados les da igual todo en la vida. Por lo tanto: si hablamos de igualdad: ¡Vamos a hablar de una igualdad plena y auténtica!