Se levantó el telón del teatro electoral andaluz. El día 2 de diciembre de 2018, se representa una única función alumbrada por candilejas coloreadas, efectos especiales sorprendentes y coreografías muy «profesionalizadas», acompañadas con la musicalidad de una partitura que, con algunos retoques pentagramáticos, le sonará igual al público asistente: muchos bombos y demasiados platillos en la orquesta de siempre.

Con este espectáculo, el régimen socialista andaluz quiere renovar otro mandato electoral, basado en el argumento «integrador» de las fidelidades a sus siglas del electorado rural donde la política clientelar sistemática es de supervivencia vital en la inmensa mayoría de sus seducidos votantes. Pero no importa nada, a todo se le da la vuelta con tal de representar una euforia presidencialista encaminada a redimir a los socialistas cabreados, que no son pocos.

El adelanto electoral, pese a las repetidas alusiones a la estabilidad, tiene visos de apaño sospechoso y de «huída hacia delante» para ganar tiempo al tiempo, marcado por la inexorable justicia que, en el caso de los ERE, va a hacer reflexionar ante las urnas a ese voto más culto y más urbano que ya no es tan «devoto» ni tan ferviente a los postulados de doña Susana; es decir, ya, cada vez, la presidenta seduce menos con los encantos de «peces de colores», que siempre los usó con intención hipnóticamente fascinante.

Por mucho que el PSOE haga de la farsa, de la comedia, de la farándula y de las charlas engañosas su «banderín de enganche», nadie les arrebatará a los andaluces el dudoso honor de que Andalucía sea la región que más desempleo genera en toda Europa. Por mucho que el PSOE haga del Parlamento Andaluz el lugar destinado a escenificar malabarismos políticos y juegos de animalitos amaestrados por la fusta dadivosa de la prebenda --como ocurre en los circos de dos pistas-- nadie les negará a los andaluces tener las cotas más altas de fracaso escolar.

Por mucho que el PSOE haga de su «clientelismo» un espectáculo donde se musicalizan y coreografían, al más puro estilo de las varietés, las canonjías, provechos, gangas y «enchufes», nada les impedirá a los andaluces pertenecer a la Comunidad Autónoma donde más se ha dilapidado el dinero público, sin rubor alguno y sin arrepentimiento que «llevarse a la boca»; corrupción que ha producido dosis inimaginables de vergüenza ajena.

El régimen socialista andaluz no tiene la menor intención de que los ciudadanos andaluces consigan empleos estables y de calidad, por dos motivos: Uno, que con empleo dejan de «regar» con subvenciones y eso supone el final de la compra de votos que son imprescindibles para la supervivencia del régimen; dos, porque la política socialista ha conseguido que el tejido empresarial andaluz esté representado por un 80% de empresas de servicios, generadoras de escaso valor añadido y donde solo camareros, recepcionistas, telefonistas y limpiadoras de hostelería tienen una leve esperanza de futuro dentro de la precariedad, congénita con este tipo de empresas.

Tampoco los gobiernos socialistas se han desvivido por mitigar el endémico fracaso escolar: Un estudio del BBVA sobre Educación en las Comunidades Autónomas, certifica que el 50% de los alumnos andaluces se desarrollan en «entornos educativos desfavorables», que son los de «más bajo nivel de formación» en los que los padres tienen «una ocupación eventual y de escasa cualificación» y en cuyos hogares «no disponen del más mínimo potencial educativo, representado en libros, ordenadores y conexión a Internet».

Como contrapartida, Aragón, Cantabria, La Rioja, Navarra, País Vasco, Baleares, Madrid, Galicia y Castilla-León, apenas llegan al 10% de estudiantes desarrollados en ese entorno. ¿Es motivo para que doña Susana se enrojezca y se le caiga la cara de vergüenza?

Pero no, en Andalucía todo es idílico. Las urnas lo refrendan, pero... ¡tapándose las narices!, con las manos impregnadas en agua de colonia para no oler lo que apestan las evidencias...

Andalucía no se bajará del vagón de cola del tren nacional y europeo mientras los andaluces decidan seguir subiéndose a él. Con lo fácil que sería bajarse.

* Gerente de empresa