La presencia en España del filósofo y escritor francés Bernard-Henri Lévy viene a poner luces de pensamiento y reflexión, sobre algunas de las sombras que nos acucian. En múltiples entrevistas, este hijo de brigadistas internacionales que ahora prepara una representación teatral con una reflexión profunda sobre Europa, defiende que el verdadero debate electoral europeo ya no gira tanto, como todavía ocurre en España, sobre si suman más los escaños de partidos de ideología conservadora o los partidos de ideología progresista. Han existido grandes alianzas de gobierno entre partidos antagónicos ideológicamente en países como Alemania, y también hay muchos partidos que defendiendo posiciones de un determinado signo luego han aplicado desde el gobierno medidas contrarias, impuestas en muchas ocasiones por las necesidades económicas o las imposiciones europeas o del mercado.

Por eso, el gran debate de fondo, que proclama Bernard-Henri Lévy, está en la victoria de los partidos demócratas, liberales y constitucionalistas contra el viento de los nuevos populismos demagogos de todo signo, en los que incluye el autor francés al populismo de izquierdas y de derechas, a los nacionalismos, y a los partidos supremacistas.

Defensor de una Europa fuerte y unida, alerta de los ataques externos que estamos sufriendo, tanto de Donald Trump como de Vladimir Putin, que buscan debilitar la cohesión interna y las estructuras comunitarias en su propio provecho. Y de otro lado, denuncia el ataque interior protagonizado por los extremismos, llegando a decir que «el nacionalismo, el racismo y el populismo son una gran familia, desafortunadamente, una mala familia y una mafia que pretenden deconstruir Europa».

Todos ellos representan un ataque frontal a los valores y principios que han llevado al mayor periodo de prosperidad y de paz de nuestra historia contemporánea. Son el verdadero fantasma de Europa.

Según el escritor, ser europeo consiste precisamente en lo contrario de lo que propone el nacionalismo, «es amar la identidad tanto que es un placer tener una, dos o tres identidades, cuantas más mejor. La oportunidad de poder sentirse catalán, español, europeo, devoto católico, o judío... esa riqueza es ser europeo. Y es una suerte. ¿Por qué cerrarnos las puertas?».

Después de visitar la ciudad de Barcelona, la ha llamado la capital del populismo, que ha separado y roto grupos de amigos y familias, fracturando toda la sociedad con las semillas de su odio, su miedo y su egocentrismo. Toda una lección para reflexionar y tener en cuenta.

* Abogado y mediador