Cuando llegan unas elecciones del tipo que sean, tenemos que decidir a quién otorgamos nuestra confianza, porque nos han prometido hacer aquello que deseamos o necesitamos. El problema se nos plantea cuando debemos discernir entre que partido dice la verdad o cual nos está vendiendo humo, que cuando ganen se disipará.

Prometen porque eso no cuesta. Son palabras que se las lleva el viento o programas en papel mojado que si no se cumplen no pasa nada. El tiempo hace olvidar a la gente. Echar al que está en el poder es la meta de todos menos para el que lo ostenta, que es mantenerse en él. Insultos, falta de respeto y descalificaciones son la tónica general “difama que algo queda”.

Afirmando que los demás partidos son corruptos, exponen que serán ellos los que van a proporcionarnos prosperidad y aumentar nuestra calidad de vida, con mejoras en sanidad o servicios sociales, incluidas las subidas de pensiones para los mayores.

Ante esta disyuntiva, los jubilados y pensionistas tenemos que pensar en pasado, presente y futuro. ¿Quién prometió no traspasar líneas rojas y se las saltó. Crear cientos de miles de puestos de trabajo y el paro continúa igual. Elevar el salario mínimo y actualmente se opone. Cortar la corrupción política y siguen los mismos? ¿O quién ha hecho pactos en minorías y ahora critica a quien era o es su socio?. Elegir bien nuestro voto hará decantar la balanza hacia quien mira con buenos ojos a nuestro colectivo, con propuestas concretas ahora y antes, dejando de lado a aquellos grupos para los que somos un problema.