Desde mi móvil puedo saber la presión de los neumáticos de mi coche, el combustible que llevo y la capacidad disponible en el maletero. Es más, un día que, por despiste, dejé olvidada la llave dentro del vehículo con todas las puertas bloqueadas, desvalido y a punto de romper el cristal para acceder al habitáculo, una aplicación en el móvil me permitió desbloquear las puertas del coche, acceder al interior y retomar la marcha después de unos momentos de verdadero apuro. Para mí, bisoño en el mundo telemático, supuso todo un descubrimiento y una claudicación ante las nuevas tecnologías que me permitían resolver un problema morrocotudo como es el de verte en la calle sin llaves, sin coche y sin saber cómo actuar. Para quienes se manejan con las aplicaciones y son activos en internet y redes mi sorpresa de abrir un coche con el teléfono móvil debe ser cosa corriente, mas para mí fue todo un descubrimiento y una tranquilidad inmensa comprobar que no tenía que forzar la situación rompiendo el cristal. Las diferentes aplicaciones del móvil que llevamos en el bolsillo permiten poner en marcha la aspiradora, la lavadora, el lavavajillas, el riego del césped o la webcam para ver qué están haciendo los niños en casa. Desde el móvil podemos hacer pagos y transacciones comerciales, invertir en bolsa, pujar en una subasta de Sotheby’s o apostar a la ruleta en un casino de la Costa Azul. Con el móvil se puede acceder a la zona de embarque y al avión, registrarse en un hotel o acceder a un museo. Con el móvil se puede comprar una barra de pan en el supermercado de la esquina o contratar cualquier servicio; hacer la declaración de la renta, reservar cita con el dentista o seguir el rastro de un paquete. El móvil permite a los agricultores de la Vega disparar el riego de los naranjos y a los ganaderos suministrar la ración diaria al ganado estabulado, estando a miles de kilómetros de la finca o del cebadero. Esto no es el futuro, esto es una realidad que los más espabilados han integrado en sus empresas, economía o economía doméstica. Y si el mundo va así ¿cómo se explica que ante las próximas elecciones aún se mantenga la fórmula ineludible e inquebrantable de la papeleta en la urna para ejercer el voto? ¿Cómo no se experimenta con el voto electrónico ni si quiera de forma experimental? ¿Cómo se hace tan engorroso el voto por correo y casi imposible, por las muchas trabas que le ponen, el voto de los extranjeros? Los políticos insisten en la participación masiva, dicen luchar contra la abstención para afirmar la democracia, pero la verdad es que no ponen ningún empeño eficaz para que la gente vote de manera fácil y masivamente aprovechado la tecnología. ¿Por qué será?

* Periodista