Me refiero a ‘La fabrica de cretinos digitales’, un libro muy vendido en Francia y traducido en España. Su autor, Michel Desmurget, es doctor en Neurociencia y director del Instituto Nacional de la Salud de Francia. Con sus criticas pretende informar a los padres y educadores de los peligros de la adicción tecnológica desde la infancia: «Antes de los seis años, lo ideal es que los niños no vean pantallas»; y añade algo preocupante: «Entre los 2 y 18 años, niños y adolescentes dedican a mirar pantallas el equivalente a 30 años escolares». Emplea la palabra «pantalla» que engloba televisión, tabletas, teléfonos móviles y sofisticados Smartphone. Desde una perspectiva económica el autor dice que a la industria no le importa la salud mental de los consumidores de tales artilugios. Van a lo suyo. Yo me pregunto: ¿y desde una perspectiva política cómo se ven estas reflexiones? A la mala política quizá le interese que desde la niñez y adolescencia «aprendan» a ser adictos a la pantalla. Así no tendrán tiempo de reflexionar ante tantos eslóganes propagandísticos. Cuando lleguen a adultos se convertirán en unos ciudadanos fácilmente manipulables. La «orgia digital», que contagia al niño, acaba con el lenguaje; correr, jugar, leer cuentos, etc. ¿De qué sirve la lectura si lo que «mola» se reduce a saber navegar en las redes sociales gracias a la tecnología cada vez más sofisticada? Según Umberto Eco, «ninguna tecnología logrará suprimir la necesidad de lectura tradicional». Y Vargas Llosa: «La lectura es el antídoto a una civilización donde se banaliza hasta lo más serio».

* Periodista