Un libro con el que he convivido desde siempre es la edición de las Obras Completas de Federico García Lorca que publicó la editorial Aguilar en su edición de 1957. Pertenecía a mi padre, quien de vez en cuando lo abría y nos leía algunos de sus poemas preferidos, sobre todo el Romance sonámbulo, quizás porque en él aparece citada Cabra. Ahora conservo ese ejemplar en mi biblioteca y recurro a él de vez en cuando en busca de lo conocido, pero también de la sorpresa porque siempre encuentro algo nuevo entre las más de mil ochocientas páginas en papel biblia de ese libro. Pero Federico no es solo poesía, también teatro, y junto a ello textos en prosa, sobre todo procedentes de algunas de sus conferencias, entre ellas se halla una de 1933 con el título de Teoría y juego del duende, donde el poeta explica cómo para comprender lo que logra un artista podemos recurrir a las musas, a que tienen ángel o a que poseen duende. Este último dice que «no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto». Describe cuándo, cómo y dónde aparece el duende, y hace la siguiente consideración: «Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende».

Cuenta también Federico de qué modo consiguió Pastora Pavón, La Niña de los Peines, un día que cantaba en una taberna de Cádiz, «un duende furioso y abrasador». Dejo al lector curioso que averigüe el método utilizado por la cantaora, pero justo esa anécdota la encontré en el texto del Catálogo de una exposición que hace un par de meses pude ver en la Biblioteca Nacional de España con el título de Patrimonio flamenco. La historia de la cultura jonda en la BNE, cuyos comisarios son David Calzado Carmona y Teo Sánchez Nacarino, autores también del texto La oscura raíz del grito que ocupa la parte más extensa del Catálogo, donde asimismo hay colaboraciones de Antonio Gala y de Faustino Núñez. Calzado y Sánchez hacen un repaso de la presencia del mundo flamenco en la literatura, la pintura, la fotografía, la prensa, los testimonios discográficos más antiguos o la filmografía. La exposición consta de125 piezas, que van desde un cartel de 1781 donde se anuncia un Bayle de Jitanos a un ejemplar de La Gitanilla (una de las Novelas Ejemplares de Cervantes, de 1613), junto a obras de Goya, Fortuny, Picasso o Julio Romero, pasando por las publicaciones del padre de los hermanos Machado, Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), Pío Baroja, Eugenio Noel, Ricardo Molina, Félix Grande, o cómo no el citado García Lorca con su Poema del cante jondo. Y por supuesto fotografías y discografía de todos los grandes del cante flamenco, de la guitarra o del baile. No soy un experto en el tema, pero podría asegurar que no falta ninguno, ni ninguna.

En ese recorrido cultural propuesto en la exposición queda clara la importancia del flamenco, que no solo es andaluz, pero que sí tiene en nuestra tierra sus raíces y sus expresiones más señeras, si bien quizás aún no hemos llegado a valorarlo de forma colectiva como se merece, a pesar de su reconocimiento por la Unesco como Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad desde el año 2010. Los cordobeses vamos a tener la oportunidad de ver esa exposición en nuestra capital, se inaugurará el próximo viernes día 19 en la Fundación Botí. Tanto si son aficionados al flamenco o no, les aconsejo que la visiten y la disfruten, que adquieran y lean el Catálogo, en particular les recomiendo la última parte del trabajo de los comisarios, titulada La dignidad del flamenco, allí encontrarán motivos para admirar aún más a Paco de Lucía y a otras figuras. Todos tenían ese duende del que habló Federico.

* Historiador