Hay libros que parecen antiguos pero sutilmente están de actualidad; son por lo tanto modernos. Un ejemplo: El Vía Crucis de los escritores españoles durante la II República, la Guerra Civil y el Exilio, del periodista Julio Merino. Hay que añadirlo a la «Memoria Histórica» si se trata de mirar al pasado sin orejeras ideológicas. Se ha extendido la idea de que los escritores que abandonaron España, en aquellos convulsivos años, lo hicieron huyendo de los «nacionales». Decía el diplomático norteamericano, Charles Bohlen: «Las sociedades son capaces de reconstruir su pasado pero al mismo tiempo deformarlo». Claro que hubo un exilio irremediable en los estertores del gobierno republicano cuya sede estaba en Barcelona. Alberti y su mujer, Teresa de León, abandonaron España en el mismo avión donde viajaban Juan Negrín, la Pasionaria y Vayo. Alberti permaneció en el exilio durante 39 años. Antonio Machado, ligado también a esa imagen del exilio, murió pronto y nunca volvió como sí lo hizo Alberti. García Lorca tuvo miedo pero creyó que en su tierra granadina estaría a salvo. Azorín, Pío Baroja, Ortega y Gasset, abandonaron España pero fue otra clase de exilio, el del miedo a la violencia desatada en Madrid por las milicias populares. Ni siquiera estaba a salvo don Niceto Alcalá Zamora, que se marchó de «veraneo» con toda su familia, pocos días antes del 18 del julio, en un crucero por los países nórdicos. El Vía Crucis... es un libro exhaustivo, «una gran obra para la Historia» sobre cómo reaccionaron los escritores españoles con sus ideas políticas durante la Guerra Civil.

* Periodista