En una época de calor de hogar, el que alivia del dolor inesquivable, hay en España hoy demasiada gente angustiada, agredida por el pánico, la enfermedad, la pobreza y la inseguridad laboral. Autónomos que ven peligrar sus negocios, familias que contemplan cómo se pulverizan los esfuerzos de toda una vida.

Jóvenes, adultos y ancianos aislados, privados de todo lo que constituía su vida normal, reuniones, nietos, ritos, celebraciones trascendentes, sienten que su mundo se ha desmoronado y no le ven fin a la desventura. Restricciones y prohibiciones que, disparatadamente dispares según las comunidades, más parecen palos de ciego motivados por la impotencia gubernamental que medidas seguras que buscan el bienestar.

Y precisamente en un momento de tan enorme urgencia, un gobierno débil, una coalición frágil se embarca en una corriente de rápidos cambios estructurales que la parte menos votada de la propia coalición, con una deslealtad de la que hasta los propios medios afines al PSOE se hacen eco, sostiene que busca sustituir más pronto que tarde el régimen actual mientras los socios separatistas y exterroristas del abundante colectivo ministerial alardea de que desmembrará España y la convertirá en unos nuevos reinos de Taifas con presidentes republicanetes tan insignificantes como aquellos reyezuelos

Yo me consuelo, mientras, recordando cuando Carlos V le respondió a un obispo francés que se quejaba de no entender el español: «Señor obispo, entiéndame si quiere y no espere de mí otras palabras que de mi lengua española; la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana».

Llámenme nacionalista española, fascista y reaccionaria, pero veo a Iglesias como ese obispote comunista paseando sobre la desgracia general su moño prepotente, perejil de todas las salsas y muñidor de la nefasta política de Sánchez, tan engreído que junto a sus socios destruidores ha exigido al rey de España que rectifique aquel discurso salvífico del 3-O. Y veo al rey contestándole como se merece. Sé que no va a pasar, pero molaría.

* Profesora