El pasado martes 2 de abril, día en el que murió San Juan Pablo II, la Santa Sede ha publicado la Exhortación Apostólica postsinodal del Papa Francisco dedicada a la juventud y que ha titulado Christus Vivit (Cristo Vive). El documento cuenta con 9 capítulos, 299 puntos y fue firmado por el Papa el pasado 25 de marzo en la Santa Casa de Loreto, el mismo día que murió Juan Pablo II. Haré un pequeño resumen de algunos puntos que creo necesario resaltar, aunque ningún punto tiene desperdicio.

El Santo Padre habla no solo de las personas jóvenes sino también de la juventud de la Iglesia. Por ello, pide que se la libere de aquellos que “la quieren anclada en el pasado” (n.35). Aunque también insiste en ayudar a la Iglesia con otra tentación: “Creer que es joven porque esconde su mensaje y se mezcla con los demás”. El Papa recuerda a los jóvenes que “debemos ser diferentes, revolucionarios, de mostrar otras utopías y sueños que este mundo no ofrece” (n.36). De este modo, explica que “muchos jóvenes son ideologizados y utilizados como carne de matadero... Y lo peor es que muchos se convierten en presa fácil de propuestas deshumanizadoras elaboradas por grupos políticos o poderes económicos” (n.73). Además, Francisco quiso resaltar la difícil situación de adolescentes y jóvenes que quedan embarazadas, la adicción (drogas, juegos de azar, etc.) y la situación de los niños y jóvenes de la calle sin familia ni recursos económicos.

Sobre la sexualidad Francisco escribe que “en un mundo hipersexualizado es difícil vivir en paz las relaciones afectivas. Por esta razón la moralidad sexual es a menudo la causa de alejamiento de la Iglesia percibida como un espacio para el juicio y la condena”. Mas indica que “problemas como la pornografía distorsionan la percepción que el joven tiene de la sexualidad humana. La tecnología usada de esta forma crea una realidad ilusoria que ignora la dignidad humana” (n.74). Por todo ello, Francisco insiste en que Dios creó al ser humano sexuado. “Él mismo creó la sexualidad humana, el sexo, como un don de Dios. Nada de tabúes. Tienen dos propósitos: amarse y generar vida. El amor entre un hombre y una mujer apasionado lleva a dar la vida para siempre. Y a darla con cuerpo y alma”. Además, hay también que “educar la propia sexualidad, para que sea cada vez menos un instrumento para usar a los demás y más una capacidad de entregarse a una persona, de manera exclusiva y generosa”. Temas como los abusos sexuales, homosexualidad, neurociencia, injusticias, entorno digital manipulador... Todo en conexión con el pasado sínodo sobre los jóvenes, y con el Concilio Vaticano II. Merece la pena leer la Exhortación antes de opinar.

* Licenciado en Ciencias Religiosas