Desde la Declaración Territorial de Granada (6 de julio del 2013), el PSOE y Sánchez luchan por un Estado federal. Macron quiere llevarse el mérito de refundar Europa haciéndola «federal de las regiones» anulando la «Europa de las naciones» de ahora. Ese dominio y protagonismo de las regiones, con presupuesto de cada una aparte, sin tener nada que ver con el Gobierno nacional, es el que ya tienen País Vasco-Navarra y por el que luchan los golpistas «suaves» catalanes (ERC-Rufián le dio su apoyo a Sánchez el primer día). El día de su victoria electoral, Sánchez, en vez de estar disfrutando del triunfo, se fue a darle el «sí» a Macron, «tengo 123, puedo ayudarte a esa Europa federal que tiene 17 de sus regiones en España, 6 en Portugal, 14 en Italia, etc.». Para esa Europa Macron presiona a Albert Rivera hasta el punto de enviar a Valls, y Albert Rivera mordió el anzuelo (Valls es de Macron).

El dilema de Ciudadanos no es PP y VOX o PSOE, el dilema es que, «por Europa» y Macron (y los empresarios que están por ese proyecto «regional» de la nueva Europa) tendría que votar a favor de las regiones y de Sánchez, pero Ciudadanos nació, y consigue los votos, para la defensa de la nación española, no por su federalización absoluta. En esa España federal los españoles de las regiones pobres perderíamos de todas-todas porque desaparecería la poquita solidaridad interregional que hay (ese es el dilema, por ejemplo, de Susana Díaz, pero no hay problema: ya ni protesta por Navarra, está políticamente muerta). La clave, lo interesante, es Ciudadanos, pero es curioso cómo Vox ha puesto el dedo en todas las llagas: que no haya memoria sino Historia, que no haya lobbies feministas sino protección de las mujeres, y defensa de la nación española y «no esa Europa federal regional en la que España, si acaso, solo sería un nombre, como Utah o Idaho». Vox tiene que desaparecer, como UPyD. No habrá problema: Vox coadyuva todo lo que puede.