Tiene 9 años. Su madre se murió hace tiempo y su padre siempre está viajando y nunca está en casa. Cuando necesita dinero, tiene a su disposición una montaña de monedas que gasta como quiere, también se acuesta y se levanta cuando quiere, se viste como le da la gana y, con la escuela, digamos que no lleva una relación demasiado constante. Tiene dos amigos que también son vecinos y se presentan a merendar día sí y día también. Ellos sí que van arreglados, van al colegio todos los días y no hacen nada sin el permiso de sus padres; puede que por eso les guste tanto ir a pasar las tardes, porque saben que allá podrán patinar y correr dentro de casa, disfrazarse, ensuciarse, comer cosas fuera de horas, decidir en qué se gastan el dinero cuando salen a pasear... Hablo de un personaje de ficción cuyas aventuras están recogidas en un libro de cubierta de colores chillones, con estructura de cuentos divertidísimos de dos o tres páginas, perfectos para primeros lectores que se lo pasarán bomba y que seguro que regatean para leerse más de uno por noche a la hora de ir a dormir. Sin embargo, en la librería en la que trabajo, más de una vez nos ha pasado que cuando hemos ofrecido este libro a alguien que nos pide una recomendación para un niño de 8-9 años, nos lo ha rechazado diciendo: «Lo veo más para niñas». Y es que la protagonista, ay, se llama Pippi y es una chica que va con faldas, lleva trenzas y una media de cada color. Estos últimos años se han reeditado un montón de títulos de literatura tanto para adultos como infantil que hablan de mujeres -Pippi es una- que reivindican ser libres o, lo que es lo mismo, que denuncian no serlo. Volved al principio del artículo, cuando aún no sabíais que hablaba de una mujer; ¿digo algo que un niño no pueda disfrutar? A ver si la etiqueta aquella de «literatura femenina» no será una cosa sin ningún tipo de razón de ser aparte de nuestro prejuicio ante todo lo que no haya sido hecho por un hombre. Y que no la estemos perpetuando, ahora que todo parecía empezar a ponerse en su sitio, con los que nos vienen detrás.

* Librera