Que 20 años no es nada!... Y quien dice 20, dice 22... Veintidós años hará exactamente este mes del paso y arraso por Córdoba de ETA... Vino a mi memoria hace poco ello y no precisamente por el punto y final que la organización ha dado al sinsentido que supuso su existencia. Llámenme torpe, ingenua, ignorante, desinformada o inconsciente pero nunca llegué a entender del todo cuál fue exactamente la razón de tanta sinrazón.

Yo venía de conocer a la Pili: cinco años de los peores tiempos del terrorismo viviendo en el País Vasco por mor de su matrimonio con un guardia civil. Y sobreviviendo (ambos dos) a ello: al vacío, al desprecio, a ver caer a los demás alrededor... Claro que la Pili era mucha Pili y se paseaba por las calles con un «atreveos a tocar a mi marido que ya hablaremos despacito» tatuado en las pupilas.

Quizá por la amistad que entonces nos profesamos y con la que tanto aprendí de la supervivencia de los amenazados, en mi memoria sigue fresco aquel día de mayo en el que sonó el teléfono en casa bien temprano. Andaba ya como cualquier madre e hija de vecina: preparando para levantar a mis hijos para ir al colegio. Providencialmente, alguien llamó temprano: ETA (presuntamente a esas horas todavía, diríamos hoy) había atentado en la avenida de Carlos III... «!Ah, pues los niños (de 3 y 6 años entonces) no van hoy a ninguna parte! A mí van a tener que venir a buscar a casa, porque estos (ETA) no han hecho tanto kilometraje para poner una bomba. Hay más. ¡Seguro!». Llámenlo instinto maternal, llámenlo X pero algo me decía que la canallada no había terminado...

Y así pasé el día atrincherada esperando acontecimientos. Que de haber sido autoridad competente (o incompetente) hubiera dado orden de levantar Córdoba piedra a piedra hasta dar con lo que faltaba por explotar... ¡Cómo odio tener razón!

De todo lo acontecido aquel día bien podría hacerse un buen guion de cine. Escenas de primer orden no faltarían: las autoridades paseando por la zona 0, los curiosos agolpados por las cercanías, uno de los coches bomba que quedaron sin explotar siendo movilizado por la mismísima grúa municipal, llamada al presunto propietario del otro coche para pedirle que tuviera el detalle fino de retirarlo y descubrir que el señor tenía su vehículo guardado en el garaje de casa, la explosión presuntamente controlada de los explosivos y que por poco se lleva por delante un edificio entero con habitantes incluidos.

Muchas cosas en cuanto al control y organización policial tras un atentado cambiaron después de aquello. Poco cambió dentro de la organización ETA, que siguió matando, secuestrando y extorsionando instalada en el mismo delirio de siempre.

!Que 20 años no es nada!... ¡Que 22 tampoco...!¡Y no digamos 40! Por eso, por ellos, por todos los que quedaron en el camino, firmar la paz sin condiciones, no está contemplado.

Porque del «amanece un nuevo día» al «borrón y cuentas nuevas» en este caso hay un trecho... Y mucha sangre derramada.

* Poeta a tiempo parcial