El supuesto uso de armas químicas en Duma es tan poderoso argumento para intervenir en Siria como los siete años de guerra que se han cobrado medio millón de muertos y doce millones de refugiados expuestos a crisis humanitarias, las otras líneas rojas.

Desde el 2014, EEUU combina bombardeos y tropas sobre el terreno, hasta 2.000 efectivos, para combatir al Estado Islámico (EI). El año pasado, Trump bombardeó otra zona de usos químicos del régimen, y nada de esto ha cambiado el curso del conflicto. Repitiendo sobre otra zona química, además de luchar contra el EI se hace contra Al Asad, lo que no aporta una clara línea estratégica. Es un bombardeo más irrelevante al no dañar la capacidad militar del régimen, que estaba venciendo al EI y podría hacerle recuperar apoyo popular. Parece probable que el ataque venga motivado más por factores domésticos de sus impulsores que por motivos tácticos. Tras esta esquizofrenia que no desenreda las cosas está la población civil, primero envuelta en revueltas para tumbar al régimen, después en una guerra civil al verse amenazada por rebeldes, grupos yihadistas y por su gobierno, y que ahora ve caer misiles occidentales.Ninguna intervención unilateral y sin refrendo de la legalidad internacional ha surtido efecto. El enquistado conflicto sirio, donde interfieren ya demasiados intereses foráneos, no puede ser reconducido más que mediante acciones multilaterales concertadas, aprobadas por los Parlamentos de las potencias intervinientes y por las NNUU. Toda acción militar debe ir acompañada de un plan de posguerra, para una transición política y una reconstrucción. Esto es lo que no contempló EEUU en la posguerra iraquí y lo que sumió al país en un claro ejemplo de conflicto mal cerrado que se trasladó a Siria y aumentó la amenaza yihadista en Europa.

El secretario general de Naciones Unidas advirtió que la solución no es solo militar, de no ir acompañada de acuerdos políticos está condenada al fracaso. Los bombardeos han llegado antes que los inspectores para iniciar una investigación. Hay que dejar trabajar más a las instancias multilaterales y reforzar la vía de los acuerdos políticos con Rusia que enrocarse solo en acciones militares no aprobadas por sus parlamentos nacionales. Al coste en términos de opinión pública hay que añadir el de nuestras economías domésticas, el aumento del precio del crudo encarecerá la producción de bienes de consumo y lo notaremos en un aumento de los precios básicos.

Claro que hay que intervenir en Siria, pero para evitar mayores masacres que la de Duma, para no seguir alargando la agonía del conflicto ni la guerra de actores interpuestos que trastoca equilibrios mundiales. Es más importante llegar a acuerdos con Rusia para iniciar una transición que la exclusiva vía militar, la decisión de Trump de salirse del acuerdo nuclear con Irán, y que este nos retrotraiga a la era de las sanciones en un contexto de mayores contestaciones internas de los actores clave que mueven los hilos de la zona.

* Consultora en política y seguridad internacionales