Pongamos que en su casa hay un piano y que usted tiene una hermana que toca música clásica. Pongamos que a usted le gustan los ritmos del momento y además es un inquieto creador. Y pongamos que no hay manera de pillar el piano libre mientras suenan las notas de Mozart, Tchaikovsky o Beethoven. Además su nombre es Charles Anderson Berry, aunque sus amigos le conocen como Chuck Berry, y tiene in mente un nuevo concepto musical partiendo del Rhythm and Blues. Es comprensible que a la primera ocasión - ¡al fin !- de acceder al teclado y poner sus ideas en práctica se le ocurra componer una canción exclamando Roll over Beethoven que podríamos traducir como «hazte a un lado», o «date la vuelta», Beethoven, aunque también como «estremécete»... ( que vas a ver lo que te viene encima, cabría añadir) aludiendo con ello al nuevo ritmo naciente que hoy conocemos como rock and roll. Y por si hubiera dudas la letra añade... «y díselo a Tchaikovsky».

Es una historia que se cuenta así y también de otras muchas maneras. Lo cierto es que Roll over Beethoven fue todo un éxito de la mano de Los Beatles. En España fundamentalmente a través de su versión de los años 60, pero también la musicaron los Rolling Stones y otros grupos señeros. Aunque al final el genial sordo de Bonn acabó enamorándolos a todos. Así la Electric Light Orchestra no pudo resistir la tentación de incluir en sus arreglos de la partitura de Berry interpolaciones con las notas de la Quinta Sinfonía. Y a través de ésta y otras anécdotas el nombre de Beethoven ha quedado curiosamente unido a los anales del Rock and Roll. Tal es el poderío de su música. Hay que decir que el cuarteto de Liverpool siempre fue un admirador suyo. Y todos los que hayan visto Help, el segundo film que realizó Richard Lester con el grupo tras A hard day’s night, recordarán la famosa escena del pub en la que Ringo cae atrapado en un sótano con un tigre al que solo amansan las notas del Himno de la Alegria de la Novena. Pero el Beatle no acierta con ellas. Así que se lo cantan John, Paul y George, a los que pronto se añaden los clientes del local, luego los bobbies que están en la calle... para acabar en una auténtica apoteosis con todo un estadio repleto de público. De hecho las composiciones de Los Beatles ya hace tiempo que comparten atril en muchas ocasiones con los grandes genios de la música clásica. Lester recuperó Roll over Beethoven en Superman III. La toca la orquesta del bar donde se encuentran Lois Lane y Clark Kent.

Beethoven y Strauss «convivieron», con Viena como nexo de unión, en el último concierto de Año Nuevo dirigido por el letón Andris Nelsons, quien hace pocos meses acabó de grabar con la misma orquesta y en el mismo lugar las nueve sinfonías para Deutsche Gramophon. Por un lado, a través de un bello recorrido en imágenes por los lugares ligados a la vida del músico renano, que bien pudo llevar el título de «A la búsqueda (y recuperación) de la Sinfonía perdida» (la décima) al que siguió, poco después, una coreografía con seis de sus contradanzas. Más sutil fue el recuerdo que trajo consigo el vals «Abrazaos millones (de seres)» en el que Strauss toma como referencia la Oda a la Alegría de Schiller, el mismo poema sobre el que Beethoven construyó el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía, la «Coral», cuya parte vocal dio vida al Himno de la Alegría que es también el de la Unión Europea. Y esperando a Beethoven estamos. Será precisamente la Novena, interpretada por la Orquesta Joven de Córdoba bajo la dirección de Alejandro Muñoz y cantada por el Coro Zyriab y el Coro Averroes de la Universidad de Córdoba, la encargada de abrir en nuestra ciudad, el próximo 18 de enero, la conmemoración de su 250 aniversario.

Otra pequeña anécdota uniendo música clásica y cine. Esta vez referida al concierto de Año Nuevo cordobés en el que la Orquesta de Córdoba y José Antonio Montaño dejaron encantado al patio de butacas con su fifty-fifty de música de zarzuela y vienesa. Muchos se quedaron un tanto perplejos al no oír bien las palabras con las que el director dio por terminadas las notas del Perpetuum mobile, una especie de divertimento donde el final se une con el principio y así puede repetirse indefinidamente... Como de alguna manera hay que acabarlo, los directores suelen hacerlo a través de alguna broma. Von Karajan acostumbraba a quedarse pensativo para luego hacer ese ademán con la mano que usamos para decir «vale, vale, ya está bien». En el cine la pieza formó parte de un divertido corto de Tom y Jerry -Johann Mouse- donde, viviendo ambos en casa de Strauss, Tom la toca al piano tras intentar cazar a Jerry. Pero los cinéfilos más veteranos recordarán el tema acompañando la carátula de Lauren Films. Aprovechen el año Beethoven. Su música siempre abre nuevos caminos. De hecho fue la que propició la creación de la Filarmónica de Viena que tan buenas mañanas nos depara al comienzo de cada enero.

* Periodista