Decía un eslogan de esa guerra civil que tanto les gusta: «Madrid será la tumba del fascismo». Pero el domingo fue la tumba del neo-bolivarismo. Tras estas elecciones se anuncia el principio del fin de aquel movimiento que fue ilusionante el 15--M de 2011, un principio del fin que comenzó en las últimas autonómicas andaluzas, que se confirmó en las generales de hace un mes y que ya es patente ahora. Y es lamentable, porque el movimiento de los indignados se basaba en algunas razones que la razón no quería conocer, pero en cuantito en los liderazgos entran los personalismos, la fundación de una dinastía con novia consorte, y, sobre todo, la hipoteca del chalet, el castillo de naipes se derrumba. Y si encima, cuando pierdes, llamas a la gente a incendiar el barrio, peor. Dos ángeles llamaron a la puerta de Abraham y prometieron no destruir Sodoma si aquél era capaz de encontrar cincuenta justos en la ciudad, cifra que luego rebajó a diez. Ni diez justos han encontrado los electores de Podemos para mantener su ilusión: quien abominaba de las élites que dirigen a la sociedad desde sus chalets de lujo, se compró uno; quien decía de la policía que eran “ACAB” (all cops are bastards; todos los polis son unos hdp) está protegido por agentes muertos de frío a la puerta de su palacete; quien abominaba de los defraudadores, no pagaba la Seguridad Social de su cuidador; quien hacía ascos al dinero, cobraba una beca sin cumplir el trabajo; quien retiraba la bandera nacional de un balcón, ahora la retira del despacho que le pagamos todos; quienes se enfrentaban al poder, cuestionaban el otro día el control del legislativo por parte del judicial dudando de obedecer al Supremo en la suspensión de los presos. Ni diez justos parece haber. Los ángeles votantes han hecho su trabajo. Madrid, la Sodoma que estaban destruyendo desde dentro, se ha convertido en su tumba, como Galicia, Castilla y León, Navarra, Murcia, Andalucía. Y es triste. Porque no hay peor traición que la de decirle a los niños quiénes son los Reyes Magos, o la de poner al hombre invisible ante un espejito para que se dé cuenta de que no existe. Que todo era mentira.

* Escritor

@ADiazVillasenor