Tengo un capítulo de la serie británica Black Mirror metido en la cabeza. Se titula Nosedive (Caída en picado) y trata de un mundo en el que todas las personas son valoradas virtualmente, en una escala del uno al cinco, por todo lo que hacen. La cajera del supermercado recibirá una buena puntuación si nos atendió bien y una mala si fue descortés con nosotros. Ella nos evaluará a nosotros también, a cada uno de sus clientes. Los habitantes de este futuro (¿futuro?) jamás se desprenden de su dispositivo móvil. La puntuación es importante en el día a día. Hay clubs selectos donde solo permiten entrar a aquellos que superan el 4,5. Con más de un 4,2 puedes obtener un descuento en el alquiler de tu casa.

«Hay poder en las pantallas», dice el creador de la serie, Charlie Brooker, que insiste también en la oportunidad y actualidad de los argumentos de los 13 episodios repartidos en tres temporadas que se han visto hasta hoy. Yo llevo semanas dándole vueltas al poder de los opinadores en internet y cómo condicionan nuestra vida y nuestra libertad. En la elección de un hotel, por ejemplo, o de un restaurante. ¿Quién no ha descartado un establecimiento solo porque lee una opinión nefasta sobre él? Hay empresas en nuestro país que ya están aplicando la valoración constante (el control constante) a sus empleados.

Busco en la red las explicaciones de quienes gestionan esas opiniones que yo obedezco. «Publicamos una media de 16 opiniones cada minuto», dicen en su página, «y no resultaría operativo comprobar los detalles de las mismas». El mundo de Black Mirror ya no es hipotético.

Dice Charlie Brooker que el título del capítulo describe lo que le ocurre a las pantallas cuando las apagamos. Se convierten en un espejo negro, que refleja nuestro propio rostro estupefacto, y que da pavor. Todas esas pantallas vacías tienen también algo del ancestral espejo mágico. Del mismo modo que la ficción televisiva se parece a otro espejo: el de la madrastra de Blancanieves (mágico y ancestral también), que siempre dice la verdad, aunque no nos guste conocerla.

* Escritora