Lo asombroso del siglo XXI no es que los mapas vuelvan a echar humo y que se anuncien nuevos puntos y rayas a causa de romanticismos pueriles. Lo asombroso del siglo XXI no es que en la Casa Blanca gobierne una zanahoria naranja o en Downing Street un cebollino blanco, ambos con pelos como de interior de un vape. Ni que esta semana o la que viene Hong Kong (Puerto Fragante) se vaya a convertir en Tiananmén (Puerta de la Paz Celestial), ni que en el resto del globo sigan siendo los más indocumentados, cerriles, unicejos y caraculos los que estén en la silla del jinete y otros iguales sean los candidatos a convertirse en los nuevos poneys. Lo que asombra del siglo XXI es que Tele5 siga emitiendo. O no. Los romanos eran tremendamente prácticos: el pueblo, la mayoría del pueblo (la silenciosa y la otra) sólo pide pan y circo. Y lo malo es que el pan es redondo como el circo y sabe a lo mismo, a droga dura. Tele5 no es la causa, como creía Alfonso Guerra, y por lo tanto no es culpable, sino que es la consecuencia. Tele5 es el espejo de la sociedad del planeta. Decía el otro día un tipo en la SER, hablando del caso del niño Gabriel de Almería, que hoy los medios conocen las tendencias no día a día sino minuto a minuto, y que cuando una cadena dejaba el tema del niño Gabriel la audiencia se pasaba en masa a la que seguía con él, y que, por lo tanto, el deber de la prensa es atender el interés del público (de la gente, diría Iglesias; del pueblo, diría Belén Esteban o Nieves Herrero). Ese es el nivel. De eso a la transmisión de no quiero pensar qué, un paso. Luego, otra periodista repitió como treinta veces la fonación «Opemars» en vez de Open Arms o, como muy bien articulaba otro contertulio (que ahora llaman tertulianos) en perfecto inglés, “Openams”. Ese es el nivel. Al César la pasta y al pueblo lo que pide: pan y circo sin criterio ni éticas ni deontologías. Sigamos todos, y yo el primero, en la zona de confort, que diría Fernando VII. Han decidido por nosotros que el pueblo no quiere nuevas elecciones, que la inmigración ilegal es solidaridad y que queremos a los gallos en la cárcel. Y eso nos dan. Ese es el nivel.

* Alberto Díaz-Villaseñor

@ADiazVillasenor