Los menores no acompañados, estos hijos sin padres y sin madres o sin su amparo próximo, son una bomba de relojería y no por decisión propia. Desde que Vox se ha incrustado -algo de eso tiene su discurso, de picazo colérico- en nuestro panorama significativo para dejar de ser una anécdota estrafalaria y convertirse en realidad de diputados en ristre a coste del vaivén de ciudadanos, Vox ha centrado uno de sus focos en los «menas». A mí me jode profundamente hablar así de estos chavales, porque eso es lo que son. Comprendo el argumento de que su madurez es o puede estar más desarrollada de lo correspondiente a su edad por las circunstancias terribles de sus viajes, en patera o atravesando desiertos, así como los abusos que han podido sufrir en su penuria homérica de viaje sin epopeya grecolatina. Pero ni ese razonamiento es extensible a todos y cada uno de ellos y de ellas, ni eso justifica la criminalización múltiple en la que se viene ocupando Vox con esa pericia suya, retórica y sutil, de carnicero trinchador operando a corazón abierto. Porque cuando comienza la colectivización de los sujetos se termina con los individuos, o lo que es lo mismo: ya se ha abolido la presunción de inocencia.

Por eso no acepto que se hable así de estos muchachos: como si todos fueran criminales. Es más o menos la misma manera en la que Torra habla de los españoles y los pistoleros verbales de Goebbels se referían a los judíos: todos son esto, todos son lo otro. Por eso es un racismo disfrazado de populismo de cuchillo de sierra para cortar un soufflé. Claro que habrá menores extranjeros no acompañados capaces de cometer crímenes viles. Pero también los hay españoles y no por eso vamos a meternos en el saco. ¿O no es español José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle, condenado por el asesinato con alevosía de Diana Quer, su secuestro y violación? ¿Nos convierte a todos en violadores que un español lo sea, o que lo sean muchos españoles? ¿Convierte a todos los gallegos, como Abuí, en violadores? Supongo que estaremos de acuerdo en la respuesta. Pues con los menores extranjeros, igual. No son ni esto ni aquello. Son personas y sujetos de derecho.

Sin embargo, con trazo grueso de brocha de rebajas, Santiago Abascal ha dicho que en Hortaleza no se puede salir a la calle porque te desvalijan y eso ha puesto las luces al borde de un conflicto que no se tiene claro que lo sea, como pasó en Sevilla después de aquel paseo de Rocío Monasterio. Y hace unos días unos Tedax de la Policía Nacional han tenido que desactivar una granada de mano lanzada desde la calle al interior del centro de primera acogida de menores extranjeros de Hortaleza. Ya se verá, si se descubre, quién ha arrojado la granada; pero la finalidad parece clara. Ya son siete las asociaciones que han solicitado a la Fiscalía que investigue a Vox por un posible delito de incitación al odio, y algunos colectivos denuncian ataques de grupos de extrema derecha a centros de menas. Vamos, nada que no recuerde a los discursos y a los crímenes de los años noventa contra inmigrantes por parte de los skinheads de entonces. Es posible que a la extrema derecha le haya crecido el pelo, por lo menos el parlamentario. Pero si Vox quiere entrar de verdad en el debate político sería aconsejable que se dejase atrás la mochila del arma arrojadiza, ya sea en forma de menores no acompañados o de no condenar abiertamente los asesinatos de mujeres. Incluso Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha reprochado a Vox poner «en tela de juicio si pesa más o menos un acto incívico según el origen de la persona que lo comete». Así, «si es españolazo, si es de los nuestros, la conducta incívica está bien vista». Tiene razón Díaz Ayuso en que todas las conductas incívicas son condenables. Las incívicas, las criminales y las crueles: todas.

Pero no hay ningún colectivo que convierta a sus miembros en incívicos, en criminales o en crueles por el mero hecho de pertenecer a él. Lo que nos define son los actos, no de dónde seamos. Y lo que separa el Estado de Derecho de una dictadura no «progre», como dice Vox, sino dictadura a secas o una democracia muy deficitaria, es la condena previa a cualquiera por el hecho de ser esto o aquello. Más o menos lo mismo que defiende Vox en relación con la violencia de género, que prefiero llamar terrorismo contra las mujeres, y la criminalización del hombre por el hecho de serlo. Dejémonos de manipulaciones y fanfarronerías para afrontar el drama con derecho y verdad.

* Escritor