El 43º aniversario de la muerte de Francisco Franco se cumpló ayer. Han pasado más de cuatro décadas, pero este año se ha hablado y se habla más de Franco que nunca, después de un tiempo en que el 20-N pasaba desapercibido, salvo algún incidente aislado. Esta reaparición de Franco y del franquismo en el debate público español se debe a diversas causas. Una de ellas, evidentemente, es la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de exhumar los restos del dictador y trasladarlos desde el Valle de los Caídos, donde nunca debieron estar, a una ubicación privada. La exhumación se ha topado con la oposición férrea de la familia del dictador, y ha suscitado críticas desde los partidos de oposición, sobre todo el PP. Además, ha despertado a grupos nostálgicos de la dictadura, que han encontrado en la exhumación un pretexto para reivindicar un pasado ominoso.

Pero la exhumación no es la única razón de este revival franquista. La Fundación Francisco Franco, que ya existía, ha gozado de una legalidad incomprensible y ha contado con subvenciones oficiales, ha aprovechado para intensificar sus actuaciones e incluso anunciar su intención de abrir una sucursal en Barcelona, a la que el Ayuntamiento se opondrá. A la presencia de Franco en la vida política han contribuido también las constantes referencias del populismo de izquierdas y sobre todo del independentismo a una supuesta pervivencia del franquismo sin Franco en la democracia española, con la intención de descalificar lo que llaman con desprecio «el régimen del 78». Pero ni Franco ha vuelto ni España es un Estado franquista ni la democracia, aunque sea imperfecta, está contaminada por los residuos del franquismo. Es cierto que últimamente han proliferado minoritarios grupos de ultraderecha y que un partido que no reniega, al contrario, de la dictadura puede alcanzar representación parlamentaria, pero eso no es inhabitual en otros países que han sufrido regímenes fascistas.

El debate continuará hoy en el Senado, con una moción presentada por el PSOE que plantea la exhumación y traslado de los restos de Franco, y una enmienda de sustitución presentada por el PP que, aunque condena la dictadura franquista y la exaltación de la misma, añade --junto a la propuesta del PSOE de que se prohíban fundaciones o asociaciones que exalten el franquismo, el nazismo y el fascismo-- el rechazo al comunismo «e ideologías populistas que fomentan el enfrentamiento entre ciudadanos», y deja fuera el traslado de los restos, lo que hará difícil el acuerdo.

Lo único que demuestra este debate, eso sí, es que España no ha cerrado como hubiera debido esa página de su historia. Por eso es importante que la exhumación de Franco se haga cuanto antes para que el entierro de sus restos en un lugar privado permita pasar página de una vez y acabar con que un lugar público albergue los restos del dictador.

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.