En la anterior carta me referenciaba como socio 189, distintivo que es variable en el tiempo. 35 años de antigüedad, aunque ya llevaba bastantes temporadas siendo morador habitual de las gradas del Arcángel. Mi más significativo recuerdo data, de cuando aún niño, el emblemático Daniel Onega me firmó un autógrafo.

En ella, formulaba una serie de interrogaciones, consciente de que no encontraría respuesta. Sin embargo, sí con la esperanza de que alguien pudiera reflexionarlas.

En cualquier caso, me sirvió de bálsamo, al compartir el desasosiego que me produce la incapacidad de creerme con soluciones, que no tengo posibilidad de llevar a cabo, ni de conseguir que quien puede hacerlo, lo haga.

Aunque solo sea, para nuevamente exteriorizar mi desolación, me atrevo a lanzar una nueva pregunta.

¿Qué criterios sigue el Córdoba Club de Fútbol (CCF) para contratar a un entrenador?

Con todo mi respeto a Rafa Navarro, que fue un gran jugador y que seguramente podrá llegar a ser un magnifico entrenador. Dejar el equipo, en manos de un preparador sin ninguna experiencia profesional, resultaba como mínimo una aventura, que como era predecible, ha resultado fallida.

No se trata de despedir a nadie, Rafa Navarro puede ejercer otra función en el staff deportivo del CCF. Se trata de planificar la próxima temporada. Estando aún latente un hilo de lo último que se pierde, la esperanza, hablar ahora mismo de salvación es una entelequia.

Sin embargo, seguir con esta dinámica, no solo supondrá el hundimiento definitivo en el pozo de la 2ª B, sino que, por extensión, el desánimo y la desilusión en la que se verá sumida la afición, condicionará el devenir de la próxima temporada. Presidente, la resignación es el peor de los acompañantes, para los momentos difíciles existe un antídoto: reacción.