Feliz Argentina, que logró evitar esta tragedia de nuestro tiempo, la matanza de niños no nacidos. Con mucho esfuerzo, sus ciudadanos se enfrentaron a los grupos de presión que intentan hacer de Este un mundo de hitlerianos, despreciando el don más preciado que tenemos, la vida.

Debe ser decepcionante para un médico, que estudió para salvar vidas, dedicarse ahora a destruirlas. Paradoja incomprensible y deriva sin sentido, para consumar el odio de unas personas para con otras, por el solo delito de ser débiles y no haber nacido.

Una madre, que debería proteger con todas sus fuerzas al ser vivo que lleva en su vientre, quererle y adorarle, pero sufre problemas que le inducen a esta atrocidad y nadie le da solución; no se puede acusar de odio este hecho, pero sí de irresponsable decisión que le va a doler durante toda su existencia. Ella debía saber que hay instituciones no gubernamentales que le prestarán su ayuda.

Y los políticos que dicen atribuirse la facultad de solucionar los problemas de la madre «cortando por lo sano», es decir, matando al niño. Cierto que hay grupos de presión que le inducen a ello, pero la conciencia, la ética y la moral deberían predominar en su calidad de ser humano para no destruir a otro porque no puede defenderse y además estorba a alguien. Hay muchas soluciones a los supuestos problemas de algunas madres y estos sí deberían promover, legislar y poner en práctica.

Pablo D. Escolar

Madrid