En España algunas frases han pasado a formar parte de nuestro acervo histórico. Recordemos aquel «marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional», expresado por Fernando VII en todo un alarde de cinismo. Pero sobre todo lo más sorprendente es cuando no sabemos el significado de lo expresado o lo escrito, es decir, cuando se nos presenta como un enigma. Aún se busca explicación a lo afirmado por Franco tras el asesinato de Carrero Blanco cuando dijo «no hay mal que por bien no venga», que se presta a diversidad de interpretaciones. Algo parecido ocurre con un discurso reciente, en la réplica de Mariano Rajoy a Pedro Sánchez durante el debate de la moción de censura cuando el expresidente finalizó con la afirmación de que él iba seguir siendo español. Aquellas palabras eran algo tan indiscutible que al escucharlo recordé la definición que en mis clases de bachillerato nos daban de lo que es un axioma: una verdad tan evidente que no necesita demostración. Claro que no debemos olvidar que Rajoy ya nos tenía acostumbrados a tautologías como la de que «un vaso es un vaso y un plato es un plato».

A pesar de todo, con el paso de los días, y la sucesión de acontecimientos tan relevantes en tan poco tiempo, no he olvidado aquellas palabras pronunciadas en el Congreso de los Diputados y he tratado de encontrar una interpretación a las mismas. Se me ocurren tres posibles. La primera que Rajoy se mostraba identificado con los ciudadanos, pues en su discurso había dicho que aquella moción de censura era un ataque a los españoles, porque estos no habían apoyado a Sánchez en las elecciones, incluso llegó a decir que esa era la «moción de censura real», y en consecuencia él se sentía obligado a destacar que seguiría siendo español, y por tanto atacado, no como presidente del Gobierno, sino como español, que era lo que iba a seguir siendo, es decir, estamos ante una estrategia de defensa. Una segunda interpretación sería la de que Rajoy sabía de la posibilidad de que la moción de censura triunfase, y por tanto se veía venir que iba a dejar de ser presidente del Gobierno (no obstante, que no se preocupe, mantendrá el tratamiento de presidente), pero es que además quizás tenía ya en la cabeza que dejaría de ser presidente de su partido, y por supuesto que renunciaría a su escaño. ¿Qué le quedaba entonces?

Demos por descontado que seguiría siendo registrador de la propiedad, pero nadie se puede imaginar que en un debate parlamentario alguien diga que iba a continuar en calidad de tal, luego la alternativa no era otra que la patriótica: ser español. Además, su salida de la presidencia le iba a permitir ejercer como seguidor de la selección española en el Mundial de fútbol sin interferencias de agenda, bastante había tenido ya con que la moción de censura le impidió desplazarse a ver al Madrid en la final de Kiev. La tercera posibilidad es que a medida que exponía sus planteamientos, Rajoy pensaba en cómo iba a finalizar, y tras exponer el ataque a España, y a los españoles, que Sánchez había puesto en marcha, no se le ocurría cómo concluir, de pronto se vio envuelto en la frase: «Yo voy a seguir siendo...», por unas décimas de segundo se detuvo, como si fuese a tirar un penalti e hiciera una paradinha (término futbolístico acorde con Rajoy), y lo único que se le ocurrió fue «español». Pero daba igual, porque también podría haber dicho gallego, señor con barba o político de derechas. La respuesta de Pedro Sánchez fue la más lógica: no se debatía si iba a seguir siendo español sino presidente del Gobierno.

Quizás a alguien se le pueda ocurrir alguna otra interpretación a aquellas palabras que han sido casi las últimas de Rajoy en el Parlamento. Por mi parte me quedo con la última como la más plausible a la hora de resolver el enigma.

* Historiador