El primer trimestre del año ha presentado resultados desfavorables para la cuarta parte de los empresarios cordobeses, según el Índice de Confianza Empresarial que publica periódicamente el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA). La encuesta refleja que los emprendedores cordobeses son más pesimistas que los del resto de la comunidad autónoma --a excepción de los granadinos--, de manera que, de cara al segundo trimestre del año, es decir, al periodo en curso, solo el 15,6% de ellos espera que le vayan bien los negocios, mientras casi el 18% asegura que tiene malas perspectivas también para la primavera.

El IECA ha recabado estas opiniones antes de que se hiciera público, por ejemplo, el proyecto de Presupuesto Generales del Estado del 2017, en el que Córdoba es una de las grandes olvidadas en cuanto a inversión pública --la más baja de España por habitante--, que probablemente hubiera contribuido a hacer más pesimistas todavía estas previsiones. De todas formas, la realidad del primer trimestre, y la que se arrastra de años anteriores, con las cifras de paro, caída de la mlicitación pública y las noticias negativas sobre proyectos paralizados o ralentizados en Córdoba parecen suficiente base como para que los empresarios demuestren esa falta de ilusión que evidencia la encuesta.

Ello, a pesar de que algunos parámetros han mejorado, como el consumo, la venta de vehículos (uno de los termómetros más claros de la situación de las familias) o la venta de viviendas que, junto con las reformas de edificios, evidencian cierto movimiento al alza, especialmente en el comienzo del año actual. Pero hay situaciones que parecen inamovibles en Córdoba, y que ya se producían antes de la crisis. Por ejemplo, el comportamiento del empleo, que sigue siendo estacional y con un fuerte peso de la agricultura, de manera que, terminada la campaña de recolección de la aceituna, la provincia encadena ya tres meses de subida del paro. La tendencia probablemente se invertirá con el empleo eventual impulsado por el turismo desde la Semana Santa hasta junio. Pero así, con escasos puestos de trabajo, en su inmensa mayoría poco cualificados y temporales, y una actividad económica en la que agricultura y turismo se llevan la parte del león, Córdoba seguirá metida en una espiral mediocre en la que los mejores se marchan y el resto sale adelante en un marco de escasas expectativas.

No se puede generalizar sobre la supuesta falta de ilusión de los empresarios cordobeses, ni la de la propia sociedad, tan conformista. Hay emprendedores incansables, jóvenes muy preparados con nuevos proyectos, industrias punteras --muy escasas--, grupos de investigación, iniciativas basadas en las nuevas tecnologías... Y condiciones para aspirar a un desarrollo industrial, antes de que desaparezca del todo esa tradición de operarios cualificados nacida de las antiguas grandes fábricas y del sector joyero. Y posibilidades en los sectores logísticos. Y en el turismo si mejora la calidad. Y en la industria agropecuaria si gana dimensión. Los mimbres están ahí, pero necesitan respaldo de las administraciones, base de inversión pública y también una clase empresarial que confíe el talento disponible y tenga una mirada larga.