En silencio. Así creo que hay que acercarse a esta cineasta que hace más de 40 años estrenó como directora Cinco horas con Mario.

También con mucho respeto, porque tenemos la fortuna de conocer a alguien que ha abierto caminos en el sector nada fácil del mundo audiovisual.

Su trabajo y su aportación social se centran en la magia del cine, ese arte que nos saca de nuestra realidad más o menos gris; que nos llena de ideas porque apela siempre a los sentimientos, a las emociones; que nos enreda en trampas para ser más felices; que nos guía a veces al descubrimiento de nuestros instintos; que nos ayuda a socializarnos y nos hace crecer en empatía; que nos lleva a reflexionar sobre la moral, la ética, otras culturas; que nos replantea una y otra vez nuestra razón de ser y existir; que nos cuestiona sobre comportamientos básicos, sobre las apariencias...

Es la gran Josefina Molina Reig, hija predilecta de Andalucía 2012, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Cinematografía porque su vida y su obra son apabullantes, son de cine.

«Yo diría que siempre he hablado de la libertad y sobre todo de la libertad de las mujeres para hacer su propia vida, en el fondo es lo que a mí siempre me preocupó desde que era niña: hacer lo que yo quería y hacerlo como yo quería. Esto no era fácil para las mujeres, sigue sin serlo. A lo largo de la vida lo que haces es contentar a esa adolescente que fuiste y cumplir su proyecto». (Al recibir el Goya de Honor 2012).

Nació aquí cerquita, en el año 1936. Su padre vendía calzados y productos de droguería, y su madre, de ascendencia catalana, se empeñó en que sacase el máximo partido a su educación, primero en los Hermanos de la Salle, luego en el colegio de las Escolapias de Santa Victoria y, completando su formación en Córdoba, el bachillerato en el instituto femenino «Góngora».

Ella misma relata que, al ver con 15 años la película El Río de Jean Renoir, se le despertó el gusanillo de contar historias a través del cine. Y recuerdan de ella que, de manera asidua, participaba en las proyecciones y debates del Cineclub Senda, del Cineclub del Círculo de la Amistad y en los debates del Círculo Juan XXIII. Se me ocurre que quizás estuvimos a su lado en una de estas sesiones sin reconocer a la que sería más tarde una gran pionera del cine y de la presencia de mujeres directoras en este arte.

Lúcida y avispada estudió Ciencias Políticas y con 33 años se convirtió en la primera mujer que obtuvo el título de directora/realizadora en la Escuela Oficial de Cine. Estamos en 1969.

Arranca su magnífica trayectoria profesional en cine y en televisión: Estudio 1, Hora Once, Teatro de siempre... Adapta La Metamorfosis de Kafka por encargo y comenta: «era un rollo que no quería hacer nadie, pero yo me lo tomé tan en serio que acabaron diciendo: ‘Ha trabajado mucho la pobre, habrá que hacer algo con ella’. Vosotros no sabéis lo insoportable que es ese paternalismo».

Se suceden los trabajos creativos, dirige montajes, sigue adaptando obras de reconocido prestigio que la prestigian a ella, lógicamente, de Benet. Moreto, Alberti, Gurney... series de televisión desde Santa Teresa a Entre naranjos.

Dirige cortometrajes, se lanza al cine y lleva a la pantalla grande Vera, un cuento cruel.

Su largometraje Función de Noche es nominado a Mejor Película del Festival Internacional de Chicago y a Mejor Intérprete, Lola Herrera. Tiene 45 años.

Asímismo su película Esquilache es nominada al Oso de Oro en el Festival de Berlín y a once premios Goya, entre ellos Mejor dirección y Mejor película.

Imposible ser exhaustiva en sus trabajos y en sus premios o nominaciones. Imposible. Pero quiero rescatar tres de ellos: Premio Toda una Vida, concedido por la Academia de Televisión de España 2003; la Medalla al Mérito de Bellas Artes en 2005 y el mencionado Goya de Honor en 2012. Y les recuerdo que es cordobesa.

Ah. Se me quedaba atrás que en 2006 fue cofundadora de CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales de la que actualmente es presidenta de honor.

Voy a terminar recordando algo que se ha escrito sobre ella al nombrarla hace unos días presidenta del Jurado internacional en la 64 Seminci de Valladolid:

«Su mirada libre y sin prejuicio ha sido esencial para comprender la situación de la mujer en los años de la Transición y la consolidación de la democracia. Cineasta y maestra de cineastas, su labor demuestra un empeño personal porque haya una mayor representación de mujeres en la industria cinematográfica. Y abordó de manera valiente la vanguardia, la autoficción y el clasicismo en su obra».

Pero fundamentalmente nos ha enseñado sobre el amor. Vuelvan a visionar su cine, es una primavera permanente que nos llega cada día, que nos llena de recuerdos.

Desde tu tierra, gracias, Josefina Molina Reig, porque has despertado a varias generaciones con tus actos, tus pensamientos y tu obra.

Gracias.

* Docente jubilada