Tiempo de elecciones, tiempo de participación y de responsabilidad. La ciudadanía está llamada a las urnas dos veces en menos de un mes, para configurar un nuevo mapa político que será el que marque el rumbo en varios círculos concéntricos, desde lo más local que es la alcaldía, las autonómicas donde toque celebrarlas, el gobierno de la nación y hasta los representantes en el Parlamento comunitario. Es una situación sin precedentes, ya que es la tercera vez que se convocan elecciones generales en apenas cuatro años. Todos sabemos que la situación en la que nos encontramos responde a un panorama político convulso: en diciembre de 2015, la falta de acuerdo entre las fuerzas politicas para formar gobierno abocó a la repetición de las elecciones generales medio año después. Y dos años después, la moción de censura llevó al Gobierno a Pedro Sánchez, quien, al cabo de ocho meses y al no conseguir que se aprobaran los presupuestos, ha vuelto a convocar elecciones generales. Y en «esas estamos», que diría el castizo. A todo esto, descrédito y más descrédito de la política en general, y de los políticos en particular, motivado fundamentalmente por los no pocos escándalos de corrupción, el abuso sin medida que han hecho del poder para su propio beneficio y las mentiras reiteradas que, un día sí y otro no, se propalan sin el más mínimo sonrojo, por tierra, mar y aire. Lamentablemente, la carrera feroz emprendida para alcanzar las posiciones de poder, alimenta cada vez más esta tendencia. Mientras tanto, la sociedad contempla atónita estas prácticas que restan credibilidad a los mensajes que lanzan, e incluso a los programas que proponen. Como bien sabemos y padecemos, se suceden las descalificaciones y hasta los burdos insultos hacia los adversarios, en lugar de exponer los objetivos y planes de trabajo que serán los que nos afecten en lo concreto. Llega la hora, por tanto, de la participación ciudadana a través de un voto responsable que contemple el bien común, no los intereses ideológicos o partidistas, para construir entre todos una sociedad más justa, más honesta, más desarrollada. En nuestras manos está.

* Sacerdote y periodista