Tras anunciar el presidente Sánchez la fecha de las elecciones generales empezaron a publicarse varios sondeos de opinión. Aunque nunca fui sometido a estos sondeos indagatorios, previos a comicios generales, por fin tengo experiencia directa a raíz de las pasadas elecciones andaluzas. Recibí tres llamadas telefónicas de otras tantas empresas que indagan el porvenir electoral. Para ello las encuestadoras, señoritas muy amables, se atuvieron a un estricto cuestionario. Había que responder con monosílabos, si o no; o también elegir apresuradamente un numero del 1 al 10 para valorar un personaje u otra situación política. Y desde luego no me permitieron matizar mis dubitativas respuestas. Me vino a la memoria lo de Pasapalabras. Pienso que si las personas interesadas en la política, con una actitud verdaderamente participativa no pueden responder con matices o tan rápidamente; qué decir de tanta gente «educada» políticamente por la tele espectáculo. Para esas personas, los políticos mejor valorados suelen ser los que más aparecen en televisión. Pero los «cocineros» demoscópicos los convierten en los mejores. La «Sondeocracia» no aspira a valorar de verdad la genuina participación política. Ante ese analfabetismo democrático, la democracia directa, lo que quiere la gente según los populismos, se va imponiendo a la representativa. El resultado es una democracia inducida por los encuestadores y en el procés catalán por el Govern, como pregonan en el juicio los políticos presos: la gente por encima de la ley. La «supuesta democracia por encima del Derecho» como ha criticado el Rey.

* Periodista