Las próximas elecciones catalanas del 21 de diciembre son unas elecciones autonómicas, y no plebiscitarias, como los secesionistas engañosamente quieren representar. No se vota la independencia, sino que se eligen a los miembros que conformarán el Parlamento catalán, y que según su representación así podrá ser el gobierno de Cataluña. Los independentistas, finalmente, no concurren en lista única porque no se han puesto de acuerdo en la conformación de las listas, primando el interés personal de cada uno por el poder, impidiendo así el pacto entre ellos; otra cosa, es que después del resultado de las elecciones hagan coaliciones para hacerse con el gobierno catalán. Podemos, que siempre se mueve en la ambigüedad y no se pronuncia con argumentos reales y juega a la indeterminación de su posición, se ha unido en las listas al partido de Ada Colau, otra que actúa según sople el viento.

Por ello, más que nunca, los partidos constitucionalistas, que difícilmente podrán concurrir juntos en una sola lista, aunque dadas las circunstancias por el bien de España así debieran, han de tener la suficiente sabiduría para, aún manteniendo su propio programa político, celebrar juntos actos de campaña, al igual que se manifestaron junto a miles de catalanes en contra de la república independiente declarada Todos ellos apoyan la defensa de la Constitución y de la legalidad, y lo han demostrado dando su conformidad a la actuación del gobierno en la aplicación del art. 155; precepto, que desde el año 1978, fue aprobado tanto por la mayoría absoluta de las Cámaras como por el pueblo español. PP, PSOE y Ciudadanos acordaron en defensa de la Constitución mantenerse unidos frente al pulso independentista, y así han de seguir manifestándose conjuntamente porque la confrontación secesionista persiste, y continuará en la campaña electoral. Seguirán con mentiras y engaños, con Puigdemont a la cabeza, mancillando a España diciendo que es un estado fascista y represor, y agraviando a la justicia española por encarcelar a políticos, cuando la justicia belga a la que alaba lo tiene a él y a sus exconsejeros en libertad vigilada, con retirada de pasaporte y a la espera de ser entregados a las justicia española. Con escenificaciones como las de los 200 alcaldes independentistas que fueron a Bruselas y que ante la negativa de ser recibidos por el Parlamento europeo tuvieron que reunirse en una sala cultural, manifestando, ridículamente, que lo hacían allí porque el Parlamento no tenía espacio suficiente para acogerlos, sin reconocer ni aceptar la falta de apoyo de las instituciones europeas a la actuación ilegal independentista.

Y con huelgas generales, sin apenas seguimiento, en las que de ninguna manera se manifiestan por la huída de empresas y empeoramiento económico de Cataluña. Pero de lo que no cabe duda es que aprovecharán para dar visibilidad internacional a sus ideas soberanistas durante el proceso electoral, y lo peor de todo, es que siguen manifestando que no acatarán las leyes españolas, solo las leyes catalanas para defender la república declarada, es decir, que públicamente aseveran que seguirán incumpliendo la Constitución.

En estas elecciones catalanas se han de defender los valores de legalidad y de estado de derecho por encima de programas políticos, es necesario acabar con la ilegalidad secesionista, y ello es responsabilidad de los populares, de los socialistas y de Ciudadanos, que han de dar una imagen conjunta de unidad y defensa de la Constitución. Se juegan mucho los catalanes, y con ellos, España.

* Abogada