Parece mentira que haya aún que recordar esto en nuestra sociedad globalizada y cada vez más desgraciada, que está viviendo la decadencia del modelo de la sociedad de consumo que ya criticó por insostenible la contracultura en los años 60 y 70.

El valor no es el dinero, que es una cifra convencional, variable y mudable. El valor no es la especulación inmobiliaria, ni la bursátil, ni el imperio de los mercados.

El valor es el trabajo, que es el verdadero cimiento de la sociedad, y el dinero o la riqueza su posible consecuencia, no al revés. Al menos así debería ser en una sociedad sana.

Por ello una sociedad como la nuestra, en la que hay tamaño paro estructural entre la gente joven es una sociedad enferma. Un sociedad que, como ya vimos en otro artículo, no recupera la mano de obra joven cualificada que emigra al extranjero: démosle las mismas condiciones que encuentran en el exilio, y verán si vuelven… Tan preocupados que estamos con homogeneizar nuestras condiciones de vida… sobre todo los impuestos, y no las ventajas de las sociedades desarrolladas…

Captemos el talento, y el talento joven.

Sin trabajo no hay producción y no hay riqueza, y, en círculo vicioso, sin riqueza no hay trabajo.

Hay que crear las condiciones para un trabajo cualificado, y cuidarlo. Ahora que vamos a percibir fondos de la Unión Europea, y que nos hemos endeudado con el covid hasta las cejas, tenemos la oportunidad de replantear totalmente los modelos productivos de nuestra sociedad. Escuchemos para ello a los economistas, que los tenemos brillantes, más que a los compañeros políticos. Para que se invierta en ciencia, en ecología, en tecnología, en industria…

Y hay que enseñar a los niños y a los jóvenes, desde muy pronto, el valor del trabajo, de trabajar por nuestro país. Aunque sea sin ánimo de lucro. Tantos de mis libros escritos y publicados en defensa de la cultura española, gratis et amore… Y ello me satisface totalmente…

De otro modo alienaremos a nuestra juventud con programas de televisión para idiotas mentales, que se basan en la admiración por el lujo, o el pelotazo como aspiración… Algo que se traslada luego a nuestros políticos.

Necesitamos imaginación para revalorizar el trabajo. Que se escuche a los economistas expertos, de ideas desinteresadas. Y que los políticos se pongan de acuerdo en un gran pacto para relanzar el país, en vez de dar un espectáculo infantil con la trifulca de las miserias parlamentarias para cortitos.

Cuando pase el covid nos espera otro gran problema, por el endeudamiento. Y habrá que intentar reflotar a tantas empresas que lamentablemente se han quedado en el camino. Hemos vivido una verdadera guerra: si la gente se hubiera concienciado de esto, no habría habido conductas irresponsables ni aglomeraciones navideñas con los resultados tremendos de infección.

Tras la pandemia tendremos que reconstruir la estructura del país, utilizando sabiamente los fondos que obtendremos de Europa, y la fuerza motor de nuestra economía, cuyos fundamentos son sólidos pese a todo. Pero la solución será, siempre siempre, el trabajo y la producción, con una idea común de nación y de servicio a la misma.

Ojalá todos nuestros políticos se pongan de acuerdo para remar en la misma dirección, en lugar de intentar destruirse implacablemente unos a otros. Los votantes serán los que, simplemente, luego decidirán quienes lo han hecho o lo pueden hacer mejor…

¡Pero el valor es solo, tan solo, el trabajo!

* Catedrático de Universidad y escritor