Este verano tuve la suerte de encontrar alojamiento en San Pedro de Cardeña, en Burgos. Desde Córdoba es un viaje muy cómodo. El AVE te lleva hasta allí. Es un monasterio cargado de historia porque el Cid Campeador dejó a su esposa, Doña Jimena, y a sus hijas al cuidado de los monjes, camino del destierro. En la misma ciudad no quise perderme la ocasión de visitar el Museo de la Evolución. Se nutre de los hallazgos, a pocos kilómetros, del famoso yacimiento de Atapuerca, declarado Patrimonio de la Humanidad, por los excepcionales hallazgos arqueológicos y paleontológicos de nuestros antepasados, los homínidos, en un estado de conservación impresionante. Allí se cree vivió el primer europeo.

El museo se compone de tres amplios edificios donde se clasifican los hallazgos encontrados en Atapuerca, y se muestran numerosos stands culturales, relacionados con estudios científicos sobre el ser humano y sobre el Universo. Precisamente había un vídeo explicando -al parecer complicadísima- la Teoría de la Relatividad formulada por Einstein en 1915, pero de una manera clara, sencilla y corta. Muy resumidamente Einstein propugnaba que la luz que tradicionalmente se admite se propaga en línea recta a una velocidad de 300.000 km por segundo, en determinadas circunstancias, y debido también a que tiene «peso» podría ser atraída por un campo gravitatorio, desviando su trayectoria.

Para demostrarlo hubo que esperar hasta el eclipse total de Sol en 1919. Así pues, dos expediciones inglesas partieron rumbo a Sobral, en Brasil, una, y la otra a Guinea Ecuatorial, que eran los puntos terrestres de máxima observación. Si la teoría de Einstein era cierta, una estrella situada detrás del Sol podría visualizarse durante el eclipse, ya que la luz procedente de la estrella se «curvaría» al ser atraída por el campo gravitatorio del Sol, y podría ser vista desde la Tierra. Las imágenes tomadas revelaron efectivamente como ciertas las predicciones del sabio, confirmando su extraordinaria Teoría de la Relatividad.