Posiblemente sea éste que te dispones a leer uno de los artículos más complicados que he escrito. Y tú dirás: ¡Venga ya! Pues sí. Hoy la voz de un colectivo muy grande que siente que debe alzar su palabra en diálogo para reivindicar y defender lo que otros intentan, sin que haya necesidad, ni diálogo, ni razón suficiente, amenazar y destruir. Por tanto, siento una enorme responsabilidad al convertirme en eco de un colectivo como el de la Escuela Concertada y, por eso, voy a escribir este artículo tratando de conseguir, difícil a priori, el equilibrio entre lo que me dicta la razón y lo que me dicta la emoción, ambas con sus diferentes ramificaciones como la llamada inteligencia racional y la emocional. Yo añadiré, y espero que lo podáis descubrir con un poco de voluntad, que seguro que sí, la inteligencia de la interioridad que no se enseña sino que, como digo, se descubre.

Partiré en este viaje, corto pero intenso, de algo emocional. Soy padre de dos hijos y los dos estudian en la escuela pública. Y sin entrar ahora en demasiados detalles estoy muy satisfecho de la formación académica que están recibiendo. Lo he manifestado expresamente en numerosas ocasiones. De hecho, sé que esa formación es buena, y perdonadme la inmodestia, porque incluso cuentan con un servidor para que vaya a hablar a los alumnos de vez en cuando. Es decir, hay una preocupación por la formación de los estudiantes que va más allá de las clases magistrales de sus respectivos profesores. Es más, ningún profesor de la Pública, que yo conozca al menos y conozco a unos cuantos, tiene reparo en llamar a uno de la Concertada o Privada para que comparta con el alumnado su experiencia y sus conocimientos. Ni, por supuesto, al contrario. Y luego les diré algo sobre los espacios comunes que compartimos agradablemente y a los que no pienso renunciar.

Vamos con lo racional, que tomaré en el sentido de profesional para no dejarme llevar en demasía por lo emocional. Soy profesor de la Escuela Concertada. Ya llevo algunos años y puedo decir que soy un tipo feliz con el trabajo que realizo cada día (bueno, he tenido y tengo, como todos, mis días...) y trato igualmente cada día de que mis alumnos sean felices, desde que entran muy temprano ¡demasiado! por la puerta del colegio hasta que salen, y sí, claro, a través de un modelo educativo atravesado, no me oculto, por los valores del Cristianismo, repito, del Cristianismo.

Partiendo de estas dos laderas, quien soy como padre y quien soy como profesor, escribiré tres o cuatro ideas que quiero dejar bien claras para que mis lectores puedan comprobar lo que algunos políticos de turno quieren hacer, en este caso, en materia educativa que es precisamente uno de los asuntos, después lógicamente de la economía, el paro, la corrupción, que más nos preocupan a los españoles. Por eso, y aunque me repita en exceso, creo que es urgente un pacto por la Educación porque es irracional seguir a merced del vandalismo político de unos cuantos que sólo se mueven para ganar votos, escaños y dietas sin dar palo al agua. Como he reescrito el artículo un par de veces, las dos o tres ideas que te dejo no van a ser ni datos poblacionales, ni económicos, etc. Esto ya lo tienes todo publicado por activa y por pasiva. Te dejo unas ideas para que reflexiones. La primera es mitad reflexión y mitad invitación a los altos jerifaltes del PSOE para que publiquen en qué colegios estudian o estudiaron sus hijos. Si ellos no lo hacen, a mí no me importaría hacer un ejercicio de memoria. No sabéis las sorpresas que nos llevaríamos, aunque algunas son de sobra conocidas. Que se preocupen ellos sobre estos asuntos y sobre otros, como recuperar su identidad (que se la han cargado) y que dejen de decirles a los padres de nuestros alumnos que no se preocupen. Los padres de nuestros alumnos se ocupan de saber dónde quieren que sus hijas e hijos estudien. Quienes se tienen que preocupar por arreglar ciertos asuntos son ustedes mismos, señoras y señores políticos del PSOE, PP, C’s, PODEMOS, etc. que se ocupan de lo que no se tienen que ocupar y que no se preocupan de lo que se tienen que preocupar verdaderamente.

Entiendo las reivindicaciones de los profesores de la Educación Pública y naturalmente que quiero que trabajen y que se sientan bien con lo que hacen, pero es absurdo que se quiera conseguir esto arruinando la vida del colectivo de la Concertada, quienes, igual que ellos, nos dejamos la piel cada día en las aulas, tanto, y no se olviden, con aquellos a quienes educamos como con aquellos que cada año nos examinan. También pasamos continuas oposiciones.

Termino diciendo algo sobre los espacios comunes porque quiero que nuestros políticos comprendan de una vez que los profes de la Pública y de la Concertada ya tenemos logros en común sin necesidad de destrozarnos los unos a los otros. Y me refiero, porque lo conozco sobradamente, a nuestros encuentros en torneos de debate con nuestro respectivo alumnado donde hemos sido capaces de crear lazos de trabajo y de amistad común. Así que no quieran ustedes venir a destrozar desde sus cómodos escaños lo que nosotros, con nuestro esfuerzo y nuestra ilusión, ya hemos logrado. Nosotros sólo miramos por el bien de nuestros alumnos porque mientras nuestros políticos siguen discutiendo para ver qué adjetivo le colocan detrás a la palabra Educación, nosotros, los que pasamos el día en el aula hemos ido aprendiendo a educar sin adjetivos.

*Profesor de Filosofía. @AntonioJMialdea