La tragedia en vivo y en directo, las imágenes transmitidas por las televisiones de todo el mundo, la furia del terrorismo asesino golpeando vidas, martirizando a los ciudadanos de a pie, sin compasión, ha calado en lo más vivo de las conciencias libres. Quisiera recoger algunas de esas reflexiones ofrecidas por plumas autorizadas en estos días: «No, nunca, jamás. Las secuelas durarán. Habrá que trabajar duro para superarlas, pero el mensaje siempre es y será el mismo: no hay resignación, nunca lo aceptaremos, jamás lo entenderemos», proclamaba el editorial de nuestro periódico. «Un ataque de esta magnitud tiene que ser un aldabonazo que devuelva a la realidad a las fuerzas políticas catalanas, que desde el Govern, el Parlament o los movimientos por la independencia han hecho de la quimera secesionista la sola y única actividad de la agenda política catalana en los últimos años. (Editorial de El País). Y luego, la reflexión de los articulistas más preclaros, como por ejemplo, la de Xavier Vidal-Folch: «Uno se pregunta, en un recodo de la angustia, si este remar juntos en momentos de catástrofe, si esta ciudad de las grandes ocasiones solemnes, no podría extenderse a la cotidiano, a la gestión de las pequeñas cosas, y de las medianas y al resto. Extenderse a la política, a imaginar entre todos, cada uno con su acento, el futuro». O la conclusión a la que llega el periodista José María Carrascal: «La primera conclusión de este nuevo atentado es la ya conocida y, por desgracia, sufrida en muy distintos y distantes lugares de Europa: que el Estado Islámico nos ha declarado la guerra y nos atacará siempre que pueda, allí donde pueda y lo más salvajemente que pueda. ¿Por qué? El terrorismo no tiene otra objetivo que causar terror, amedrentarnos». O esa otra reflexión de José María Marco, poniendo el dedo en la llaga de la clase política: «Demasiada gente en nuestro país ha reducido la actividad política a una dialéctica amigo enemigo en la que lo más importante parece ser aniquilar al de enfrente. Siempre hay alguien dispuesto a saltarse la ley, considerar un impedimento inútil aquello que no le conviene o que no casa con su idea de la justicia». Y junto a los analistas políticos, la mirada del Papa y la voz de los obispos: El Papa reza por las víctimas de este atentado y desea expresar su cercanía a todo el pueblo español, especialmente a los heridos y a las familias de los fallecidos. El cardenal Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española: «El camino nunca es la violencia terrorista, sino el respeto de todas las personas. La religión no se impone con la violencia». Y el sentir de los obispos españoles condenando el atentado y mostrando su cercanía y oración a todas las víctimas y sus familias. «Asimismo manifestamos nuestro apoyo a toda la sociedad que es atacada con estas acciones». Junto a estos ecos, nuestra reflexión personal.. Acaso aquella hermosa tarea que nos señalara el Papa Francisco para esta hora: «Curar heridas y dar calor a los corazones».

* Sacerdote y periodista